martes, 30 de mayo de 2017

El río Tajo, Corriente de gentes junto al camino del agua

Cuenca hidrográfica del Tajo
Aragón, Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid y Extremadura Ángel Vela Laína Director Conservador del Parque Natural Alto Tajo .

El río Tajo comienza su discurrir en Fuente García, Teruel, en el núcleo del Sistema Ibérico meridional y aquí, no podría ser de otra manera, comienza a fl uir también el Camino Natural del Tajo, señalizado y homologado como sendero de Gran Recorrido gr-113. 

Desde aquí y durante más de 1.095 kilómetros, siguiendo el Camino Natural, una corriente de personas acompaña al agua en su caminar empapándose de Tajo, mezclándose el río con su pasado y sus esperanzas, formando una corriente compleja que irá atravesando alguno de los enclaves mejor conservados de la Península Ibérica, zonas donde siglos de historia se reflejan en las aguas tranquilas del Tajo y otras donde el gran Tajo ha sido domesticado despojándole de su lado más salvaje. 



Te invitamos a convertirte en una gota más que recorre el camino del agua, que camina (o pedalea) uniéndose a una corriente cuyo único objetivo es tan inexplicable e inabarcable como el mar…… todas las gotas, las que empapan las copas de pinos y sabinas, las que salpican el rocoso suelo para más tarde colarse por sus fisuras. 

Resultado de imagen de imagenes tajo toledoLas gotas que horadan simas, cuevas y torrentes subterráneos, las que construyen estalactitas y colapsan cavidades para más tarde manar por manantiales adornados de toba.

La gotas que escurren por las empinadas laderas, primero solas, más adelante formando hilillos que más abajo se encajarán en vallejos y arroyadas, ramblas y barrancos tapizados de pino y boj, para más adelante formar pequeños arroyos, más adelante, ríos, más adelante, Tajo. El Tajo es todas esas gotas y las que vendrán. 

El Tajo y sus afluentes, en su juventud, son la parte visible de un enorme sistema que se alimenta de agua de lluvia y de deshielo a través de un sistema cárstico de dolinas y sumideros y que, tras recorrer una compleja red de simas, cuevas y torrentes subterráneos, vuelve a manar para formar los arroyos y ríos. Nacido con timidez, de las entrañas del Sistema Ibérico, en unos húmedos pastizales que ocupan el fondo de una gran dolina salpicada de pinos silvestres y sabinas rastreras. Transcurre en sus primeros tramos como un torrente más, bajo la indiferente mirada de alguna de las últimas ganaderías trashumantes de Europa. 

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Poco tardará el río en mostrar la cara más agreste de su recorrido por la península, a los pocos metros de entrar a dividir las provincias de Guadalajara y Cuenca y, ya dentro del Parque Natural del Alto Tajo, discurre brioso por un espectacular cañón fluvial que le acompañará durante todo su recorrido por este espacio protegido. 

Durante todo este trayecto el río va permanentemente flanqueado por espectaculares hoces y cañones calizos que determinarán un abrupto paisaje aprovechado por águilas reales y perdiceras, buitres leonados, halcones peregrinos y una de las mejores poblaciones europeas de alimoche para ubicar sus nidos. La buena calidad de las aguas de los cursos fluviales del Alto Tajo y la humedad que el río proporciona a sus márgenes permite la aparición tanto de espesos bosques de ribera como de valiosas comunidades de vegetación acuática que se mecen en su lecho pedregoso. 

En estos auténticos vergeles acuáticos encuentran su hábitat ideal truchas, bogas, barbos y cachuelos, que se alimentan de numerosos invertebrados acuáticos. Entre ellos, destaca la presencia del escaso cangrejo de río autóctono, que en pocos años ha pasado de generar importantes ingresos para la zona, gracias a su pesca, a ser considerado una especie amenazada. Los bosques de ribera acompañan los cursos fluviales del Alto Tajo formando estrechas bandas que se extienden pocos metros más allá del cauce fluvial. 

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En estos bosques y en sus zonas de contacto con el agua encuentran refugio y alimento caballitos del diablo, libélulas y una infinidad de insectos. Éstos, a su vez, son el alimento de aves como mitos, petirrojos, mosquiteros, mientras que nutrias, mirlos acuáticos y lavanderas consiguen su alimento sumergiéndose en las frías aguas del río. Poco antes de que el Tajo atraviese el airoso puente medieval de Trillo, el Alto Tajo se convierte en el «Tajo de la Alcarria». 

El característico relieve alcarreño, esa sucesión de muelas y cerros testigos tapizados por extensos quejigares y pintorescos valles agrícolas son atravesados por un Tajo menos brioso pero más caudaloso. Bajo la sombra de las Tetas de Viana el río comienza a ser domesticado: una sucesión de embalses, Entrepeñas, Bolarque y Almoguera, que restan naturalidad pero no belleza al curso fluvial; sotos y carrizales de quietas aguas son hogar y cuartel de invernada de numerosas aves acuáticas y espejo donde se refl ejan los paredones calizos de la sierra de Altomira. El río entra en Madrid, buscando desesperadamente la sombra de los jardines y sotos de Aranjuez. 

Este conjunto histórico artístico, lugar de descanso de la dinastía borbónica desde el siglo xviii, vuelve su mirada al río para regar sus huertas y frondosos jardines y para alimentar sus fuentes. Tras este oasis de naturaleza ordenada, continua el Tajo su transcurrir por yermos cerros yesosos, hogar de modestas pero especializadas plantas gipsí- colas. En esta zona, el Tajo atraviesa alguno de los parajes con mayores densidades de caza menor, la abundancia de perdices, liebres y conejos han hecho de estos ásperos paisajes cazaderos de reyes y de grandes rapaces. 

Llegamos a Toledo, una acumulación de historia que parece haber sido depositada allí por el mismo río a través de los siglos, como una gran montaña de sedimentos históricos: romanos, sefardíes, visigodos, musulmanes, cristianos... Su resultado, uno de los conjuntos culturales más interesantes y diversos de Europa. Tras dibujar una poderosa curva que abraza a la ciudad imperial, el Tajo transcurre por un infi nito valle agrario donde distintos cultivos aprovechan sus aguas, y una sucesión de embalses terminan de remansar una corriente en la que la huella del hombre se va notando más y más, y no siempre es una mano respetuosa… 

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Mientras, en sus limosas aguas, los barbos tantean con sus bigotes el lecho en busca de alimento; en la orilla, los frondosos sotos de añosos sauces y álamos a menudo son las únicas formaciones arbóreas de las inmediaciones y son vitales para la fauna que encuentra en ellos refugio y alimento. Estas formaciones son de gran importancia como corredores ecológicos dando una continuidad vegetal al río, ya que, aunque varían las especies que las componen, abedules, fresnos y tilos en sus tramos altos y sauces y álamos en sus tramos bajos, acompañan al Tajo desde su nacimiento hasta su desembocadura. 

Estos sotos quedan como elocuentes testigos de un río con un pasado más salvaje y unos pobladores más respetuosos. Dejando atrás Talavera de la Reina y Oropesa, y cuando parece que el río no va a aguantar más la tantas veces agresiva mano del hombre, el Tajo vuelve a tomar aire con la entrada en Monfragüe, ya en Extremadura. Aquí, como si fuese un perezoso y domado animal consciente de su fuerza y su instinto, parece sacudirse de gran parte de sus agresiones para recuperar su antigua exhuberancia. 

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El Tajo extremeño tiene como puntos álgidos el Parque Nacional de Monfragüe, primero, y más tarde, el Parque Natural del Tajo Internacional, que enmarca el lento y ancho discurrir de la corriente con un soberbio paisaje de dehesas extremeñas. 

Resultado de imagen de imagenes tajo internacionalVastos encinares más o menos adehesados y espesas manchas de monte mediterráneo de madroños, durillos, alcornoques y quejigos dan cobijo a numerosas especies de mamíferos, como ciervos, gamos, meloncillos y algunos de los últimos linces ibéricos. 

Las copas de corpudas encinas y alcornoques que destacan en las manchas de bosque mediterráneo y los roquedos que despuntan son elegidas para nidificar por águilas imperiales, buitres negros y cigüeñas negras, además de otras muchas grandes rapaces como águilas culebreras y calzadas, azores o elanios azules, que hacen de este territorio uno de los lugares más espectaculares de la naturaleza salvaje europea. 

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Así, el Tajo, recordando su proverbial generosidad para generar vida a su alrededor, deja de llamarse Tajo para denominarse Tejo al entrar en Portugal. 

Este río adulto y que tantos paisajes ha reflejado su cauce discurre perezoso hasta su desembocadura en Lisboa, lamiendo siglos de historia, bajo la atenta mirada de bandadas de fl amencos que pueblan su estuario.

El río Tajo, con su recorrido de más de mil kilómetros, supera un desnivel de casi 1.700 metros, alberga una apabullante diversidad natural y patrimonial, en sus riberas hunden raíces especies de árboles tan distintas como abedules y alcornoques, en sus aguas se alimentan desde el mirlo acuático hasta los flamencos y su corriente ha labrado cañones y valles cuya variedad de aves y de plantas es mayor que la de muchos países europeos; divide la Península Ibérica en dos mitades iguales y opuestas, divide Castillas y refleja castillos. 

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Riega numerosos espacios protegidos en España y Portugal y sufre severos impactos producidos por el hombre. Las ciudades y sus habitantes lo veneran y lo degradan. El río Tajo y el camino que lo acompaña a pocos metros son un torrente de paisajes, historia, diversidad y contradicciones, ingredientes imprescindibles de cualquier gran viaje.

http://www.mapama.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/41_Angel_Vela_Laina_tcm7-191534.pdf

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