viernes, 26 de mayo de 2017

El Convento toledano del Carmen Calzado: Documentos para su historia de una destrucción histórica (I)

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Esperanza Martín Montes Mariano Maroto Garrido Perteneciente a la colación de la Magdalena, en el cuartel de la Puerta Nueva, este convento toledano de la Orden de Carmelitas Calzados, del que apenas se conserva resto alguno en el presente, se ubicaba en el actual Paseo del Carmen', en el flanco oriental de la cÜldad, frente al castillo de San Servando en la otra orilla del Tajo, muy próximo al puente de Alcántara y a la Puerta de doce Cantos.

Foto: wikipedia.org

Gozaba, pues, de una magnífica perspectiva sobre el río Tajo y lugares aledaños. Las primeras referencias documentales que poseemos sobre edificaciones eclesiásticas en esta zona de la ciudad, se encuentran vinculadas a Santa María in Alficén; concretamente en un documento de Alfonso VI, fechado en 13 de febrero de 1099, por el cual dicho monarca con el consentimiento de su mujer la reina Berta, dona al monasterio de San Servando y San Germán (o Germano) todas sus tierras, ampliando también sus límites que quedaron fijados entre el Tajo y el Camino de Calatrava, la Huerta del Rey, el Monte de San Servando y la iglesia de Santa María de Alficén, dentro de Toledo '. Más tarde, entre 1192 y 1266, en otro documento se cita un convento femenino de Santa María in Alhicén sito en el que será luego emplazamiento del convento carmelitano '.



Por tanto, el cenobio, masculino, estuvo situado sobre el solar que ocupó, a su vez, aquella antigua iglesia cristiana bajo dominio visigodo y conocida, después ya de la conquista islámica, con el nombre de Santa María de Alficén, término árabe este último que se ha traducido como "de abajo", por encontrarse dicho templo mariano en la parte más baja de la urbe, en su lado sur --{;omo ya se ha indicado- y que en los primeros años de la Reconquista haría las veces de Catedral, esto es, de iglesia principal en la que residiría el obispo con su cabildo.

Así, Santa María de Alficén fue de las iglesias "que luego dejaron los moros a los cristianos muzárabes además de las seis parroquias sabidas para el culto católico", si nos atenemos a las afirmaciones de Sixto Ramón Parro y, a las que se suma, con posterioridad, el Vizconde de Palazuelos" entre otros autores, cuando refiere que el convento que nos ocupa llegó a: "Adquirir no poca importancia en el momento en que verificada la reconquista y reservado a los vencidos el uso y dominio de la aljama principal, habilitóse la iglesia de que tratamos como catedral, no obstante la reconocida antigüedad de las seis parroquias muzárabes, y en ella tuvo lugar la elección de Don Bernardo para Arzobispo de Toledo.

" Esta ennita' de Santa María de Aificén, de nuevo en palabras de Parro, sufriría con el discurrir del tiempo numerosas transformaciones y transmisiones de dominio. Sería Alfonso VI quien en primera instancia, la donase a los monjes de San Servando, los cuales instalaron en ella una hospedería, como se recoge en Los Cartularios de Toledo en la Carta de Donación de 1099, mencionada más arriba. Pasaría más tarde a ser propiedad de la Silla Arzobispal, siendo el prelado don Rodrigo Jiménez de Rada y en virtud de su adquirida potestad, quien cedería su dominio y el de la casa hospedería, al convento femenino de Santo Domingo de Silos o el Antiguo

Se desconoce la fecha precisa en que las expresadas monjas dejaron de poseerlo, estando constatada su pertenencia, ya a finales del siglo XV, a la orden de las Comendadoras de Santiago 8, congregación que se instalaría en Toledo a instancia de los Reyes Católicos. Estas aseveraciones se contradicen con la tesis que sobre su edificación expone Fernando Marías, como a continuación veremos, ya que repiten hechos no constatados y pertenecientes al campo de la leyenda, como igualmente explicaremos más adelante. 

Son numerosos los documentos gráficos que poseemos del convento a partir de grabados del siglo XIX y fotografías de la siguiente centuria. En ellos se aprecia la volumetría del edificio. Algunos de éstos se encuentran reunidos en la obra El Toledo invisible 9 estando depositados en el Archivo Municipal de Toledo. La leyenda hace recaer la fundación del convento toledano del Carmen, en la figura de San Elpidio, al parecer discípulo de San Pablo y compañero, asimismo, de Santiago en su venida y conversión de Espa- ña '0. Según esta misma leyenda, en afirmaciones de Velasco Bayón, que será erróneamente repetida por algunos historiadores, el rey Alfonso VI donaría a los carmelitas calzados el edificio que ocuparon durante siglos.

Sin embargo, la existencia efectiva del cenobio no queda comprobada documentalmente, hasta el 4 de junio de 1348, momento en que se otorgó una carta de donación de 10 maravedís por Marina López a los "frailes de Santa María del Carmen", por los sufragios aplicados por el alma de su fallecida hija". Según el padre Otger Steggink, a quien se debe 11) publicación de esta noticia que, recoge a su vez, Velasco Bayón, la fecha de fundación hay que situarla en el arco cronológico comprendido entre los años 1332 y 1348. Dicho autor se fundamenta en el lugar que ocupaba en los capítulos provinciales de Castilla, siendo posterior al de Requena que se fundó alrededor de 1332. Para Velasco Bayón, por su parte, hay que situarlo más cerca del año 1348 que de 1332 ", quien refiere además u:

"Que el convento no existía en 1344 parece deducirse con certeza de] texto de una bula de Clemente VI, en la que hasta ahora no parecen haber fijado su atención los historiadores, quien, con fecha de 24 de septiembre de dicho año, concedía al provincial de España licencia para fundar dos nuevos conventos en los dominios de Alfonso XI, rey de Castilla y León, 'cum vos non habeatis in regniset dominio carissimi in Christo fllii nostri Alphonsi Reges Castellae et Legionis ilustris nisi duo loca duntaxat'. Estos dos conventos a que alude la bula, como existentes en los dominios de Alfonso XI, no pueden ser otros que los de Gibraleón y Requena, fundados hacia 1332 en los feudos del infanle Alonso de la Cerda."

Aunque Parro y Palazuelos señalan que no sería hasta bien entrado el siglo XVI ", cuando los carmelitas calzados se asienten en la ciudad y funden el monasterio bajo la abogacía de Nuestra Señora del Carmen, Fernando Marías, por su parte, sitúa la fundación del mismo en la primera mitad de siglo XIV, adelantando, pues, considerablemente respecto a la tesis de aquellos, la existencia efectiva del cenobio '" coincidiendo con la opinión de Velasco Bayón, descrita más arriba. Marías afirma que se les debió ceder en aquél momento la antigua parroquia mozárabe de Santa María de Alficén, que anteriormente debía haber formado parte del convento hospitalario femenino de Santa María in Alhicen, citado entre 1192 y 1266 por los documentos mozárabes ".

Por su parte, Julio Porres, propone los años comprendidos entre 1332 y 1338, como momento de la fundación de los monjes del Carme10 ". Son muy escasos los documentos conservados desde el momento de su ereccion hasta finales del siglo XIV, y tan sólo permiten confirmar la fecha de su creación. El primero de ros documentos conocidos, con fecha de 29 de mayo de 1365, se refiere a la entrega que hizo Diego González, Vicario General de la Orden del Carmen de España y Portugal, de sus bienes al convento. Así, como fraile del monasterio toledano figura el mismo Diego González en documento de 23 de septiembre de 1378, al que doña Urraca Ibáñez hizo una donación de viñas.

En 1380, a 31 de enero, encontramos un nuevo documento que recoge otra donación de viñas de la misma señora, siendo prior ahora, Fernando Martínez. El siglo XV presenta idéntica escasez documental. Hay que remontarse al año de 1445, en que, de acuerdo con la costumbre de la época, el monasterio haría donación de la Capilla Mayor de la iglesia conventual, para servir de reposo a personajes destacados de la época, en este caso los restos de Pedro López de Ayala, su esposa Elvira de Castañeda y sus descendientes.

Más tarde, y con la anexión progresiva de diversos terrenos y edificios próximos, se alzaría el convento que emplearía como cimientos parte de la antigua muralla, carente ya de función militar 1". José María Quadrado en Recuerdos y Bellezas de España (1853) refiere cómo el convento se encontraba "sostenido a espantosa altura sobre el declive por murallones de fabrica atrevida ... " ". Expresivo comentario que insiste en la gran elevación de su fábrica sobre la pendiente del río y que puede observarse en las imágenes de los grabados que se conservan del mismo. Según Marías, la edificación última del monasterio se llevó a cabo a finales del siglo XVI, sustituyendo a la anterior iglesia mudéjar, hecho que motivó el derribo total de este viejo templo, donde se ubicaba la antigua capilla de Santa María de Alficén.

Sin embargo, apunta también, cómo los frailes recordaban la existencia del antiguo templo de Santa María, al conservarse una capilla en el nuevo con idéntica advocación, debajo del coro de los monjes, denominada de Nuestra Señora del Soterráneo, en la que sería enterrado Juanelo Turrian0 21 y, donde Nicolás Magán todavía llegó a advertir un cenotafio del famoso ingeniero cremonés "en un subterráneo lleno de escombros" y que no era otro que esta capilla. Su estructura arquitectónica se mantuvo prácticamente íntegra, sin apenas modificaciones, hasta el siglo XIX, con la Guerra de la Independencia, momento en que sufre daños irreparables, al ocupar sus dependencias terrenos de importancia estratégica, siendo tomadv por el ejército invasor francés que haría del monasterio su cuartel militar.

Los frailes fueron exclaustrados en 1809 por orden de José Bonaparte 2" circunstancia a la que hay que sumar el incendio devastador sufrido por el edificio en 1812, del que únicamente pudo salvarse una pequeña habitación aislada ubicada en la huerta y que se conocía como el Cuarto de los judíos, porque era la estancia en que se custodiaban los pasos de la procesión del Jueves Santo, tal y como indica Ramírez de Arellano 24. Al parecer, muchos ardieron, habiendo de ser trasladados a la parroquia de la Magdalena, donde serían restaurados para las procesiones de 1814, Sin duda, fue el convento más dañado desde el comienzo de la Guerra contra el invasor francés 25,

El mismo Arellano vuelve a mencionar otro documento con fecha de II de septiembre de 1809, donde se da cuenta de la Orden del Rey antes aludida: "Se reunió la Congregación para sacar las imágenes. pasos y muebles, todo en virtud de "orden del Rey nuestro señor para que dejen libres y desembarazados todos los religiosos de esta ciudad sus respectivos conventos en el ténnino de quince días los que se cumplen el 1 S o 16 del corriente en el que han de entregar los prelados las llaves de todos ellos" 26, No es necesario ahondar tampoco en los tristes recuerdos dejados en la geografía arquitectónica nacional por las tropas del vecino país; Aunque hemos de señalar que pocos años después de sucedidos los hechos, en 1817, encontramos un expediente de la Cofradía y Hermandad de la Vera Cruz 27, con sede en el monasterio, donde se exponen los hechos antes narrados:

"Y estando presente la reliquia del santísimo Lignum Crucis, que antes va mencionada y habiéndola reconocido con toda intención y escrupulosidad, dijeron que dicha reliquia del Santísimo Lignum Crucis propia de la referida Cofradía es la misma que se veneraba en la Capilla propia también de la insinuada Cofradía del convento de religiosos de Carmelitas Calzados de esta Ciudad antes de la invasión de los enemigos la cual extrajeron y sacaron cuando se apoderaron los franceses del referido convento al cual le hicieron cuartel y después incendiaron" .

Cinco años antes, en 1812, la Real Academia de San Fernando, daba la alarma sobre la inminente ruina de parte de la fachada del convento del Carmen 19.

Otros monumentos de Toledo que "el Cannen Calzado es un montón de escombros" JO,

Esta afirmación queda corroborada mediante un documento de 1843, donde se reconoce la situación lamentable en que se ha- 11an las edificaciones, habiéndose procedido ya a su derribo, que se habría de hacer con sumo cuidado dada "la enorme elevación de la fábrica, que obliga a reclamar se baje todo lo posible, cuidando que los escombros no caigan a la ca11e" 31, Más hiriente, por su sinceridad, fue quizá Quadrado 32 unos años después, en 1853, cuando manifiesta que: "La iglesia y el convento y el campillo de los ajusticiados han sido barridos de la empinada cuesta por el huracán de la desolación". Así describe Parro 33 la situación existente en 1857:

"En la funesta guerra de la Independencia fue arruinado este convento, y los pocos religiosos que le habitaban se trasladaron a la casa frente de San Román, que titulan de Mesa, donde estuvieron algunos años hasta que les fue posible rehabilitar una pequeña parte de,su antigua mansión, y se restituyeron a ella; pero aun esta nueva obra ha perecido también en nuestros días, pues enagenado el convento a un particular, aprovechó los materiales para otros usos, y no han quedado en pie mas que algunos paredones que sirven de cercado al extenso solar cubierto descombros inútiles, y sólo existe íntegra en el día la linda portada de piedra de la iglesia"

Cuatro años después, en 1861, encontramos otra nota documental en relación al traslado de la Cofradía de la Hermandad del Santo Escapulario de María Santísima del Carmen, a la parroquia de la Magdalena, donde se alude al estado efectivo del monasterio como "".el extinguido y hasta demolido hoy ... " 34, Comentario donde se nos da perfecta cuenta de la trágica situación del convento cannelitano,

http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0043_02.pdf

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