miércoles, 6 de enero de 2016

El Taller orfebre de Guarrazar (III)

El trabajo con hilos

El estudio de los hilos utilizados en Guarrazar pone de manifiesto la continuidad de este taller con la tradición orfebre de la Antigüedad. Se elaboraron mediante la técnica del hilo torsionado, a partir de una fina lámina que se enrolla sobre sí misma hasta formar un tubo, hueco o compacto (Fig. 10, A).

Esta operación deja sobre su superficie una característica huella helicoidal, con helicoides más o menos cerrados en función del grado de torsión a la que fuese sometida, y de su grosor inicial.

Este procedimiento, que hace posible elaborar hilos muy finos que no podrían obtenerse a partir de martillado, está documentado en la orfebrería prehistórica del Próximo Oriente y del Mediterráneo al menos desde el II milenio a.C., y tuvo continuidad hasta la invención de la hilera, en una fecha que todavía se discute, pero que probablemente debe situarse hacia los siglos XI-XII d.C.

La técnica del hilo torsionado se utilizó por ejemplo en la elaboración de las cadenas de tipo loop-in-loop (Fig. 10, 1), también documentadas en el conjunto de Torredonjimeno. Estas cadenas conectan la tecnología del taller de Guarrazar con una tradición orfebre mediterránea de gran antigüedad, documentándose su uso en la orfebrería prehistórica peninsular al menos desde los siglos VI-V a.C 43.



Parte de las cadenas originales de Guarrazar se perdieron o deterioraron tras el hallazgo, y fueron sustituidas a finales del s. XIX por imitaciones, empleándose para ello hilos fabricados en una hilera mecánica. Estas sustituciones han podido identificarse en el estudio con lupa binocular, pues el uso de esta herramienta deja sobre la superficie de los hilos una característica huella lineal (Fig. 10, 2).

Los hilos trabajados, como los que rematan los bordes de algunas coronas también fueron fabricados con la técnica de la torsión, aunque se trabajaron posteriormente con una herramienta de filo simple o doble, con la que se presiona el hilo, haciéndolo rodar sobre una superficie horizontal (Fig. 11, B).

Con este procedimiento, que también cuenta con buenos ejemplos en la orfebrería prehistórica del Mediterráneo, se fabricaron por ejemplo algunos de los hilos que bordean la corona repujada de Cluny (Fig. 10, 4). Otra prueba del uso de estas herramientas está en un eslabón cuya superficie comenzó a trabajarse, abandonándose después (Fig. 10, 3).

Este hilo proporciona también una interesante información sobre el taller de Guarrazar, y confirma la importancia del reciclado como parte de los modos de trabajo 44. Finalmente, se documentan ejemplares más elaborados y complejos, que parecen implicar el uso de otros procedimientos. Una herramienta que probablemente ya existió en estos momentos fue el organarium, y que al igual que las de filo simple anteriores fue descrito por el monje Theophilus en su obra De Diversis Artibus, hacia el año 1140.

Se trata de una especie de prensa que incorpora en su superficie molduras en hueco, por las que se induce el hilo liso para estamparlo (Fig. 10, C) 45. Con el organarium podrían haberse obtenido, por ejemplo, los hilos que rematan la banda de la corona de Recesvinto (Fig. 10, 5), o los que bordean los eslabones laminares de su cadena (Fig. 10, 6)

El color, gemas, engastes y cabujones

Las piezas de Guarrazar transmiten unos códigos simbólicos que se reflejan tanto en sus formas como en su ornamentación. El color y su disposición parecen constituir unos aspectos muy importantes para la expresión de este mensaje, condicionando en buena medida la decoración de los objetos.

Por ejemplo, en la mayor parte de las cruces laminares de Guarrazar, los chatones blancos (perlas y nácar) presentan formas circulares y se reservan para los extremos de los brazos, quedando los chatones de color, con formas más irregulares y generalmente de tamaño algo mayor, en la parte central (Fig. 11, 1).



Observamos una disposición similar en los brazos de la cruz procesional, así como en la cruz de Recesvinto.

Las diferencias entre el color blanco y el resto de los elementos parece jugar también un papel importante en la decoración de las coronas, como sugiere la distribución en forma de “5 de dados” de los chatones del ejemplar de Recesvinto (Fig. 11, 2). Estas características enlazan con la tradición de la orfebrería bizantina 46, aunque en Guarrazar también encontramos excepciones, como vemos en la decoración de la banda de la corona de chapa simple de Cluny (vid. Fig. 6, 1)

Óscar García-Vuelta y Alicia Perea
http://revistas.ucm.es/index.php/ANHA/article/viewFile/48277/45177

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