martes, 18 de agosto de 2015

La cerámica en Toledo: de lo Islámico al esplendor del Renacimiento (y III)

La otra fabricación también típicamente toledana es la de las tinajas decoradas con una función a la vez útil y ornamental; desde los siglos XI al XVI vamos a encontrar abundantes ejemplos.

Las piezas más primitivas que tenemos, fabricadas sobre el siglo XII, son de pequeño tamaño, forma globular esbelta y asas de aleta, decoradas en el hombro debajo del cuello con una cenefa estampillada en caracteres árabes cúficos. 

Otra de las series más importantes de tinajas es la que tiene forma casi esférica, cuello acampanado y asas de aleta terminadas en cabecitas de animal; la ornamentación consiste en hojas de vid en roleos, incisas no muy profundamente en los hombros, y en la mitad inferior fajas o bandas horizontales estampilladas; esta técnica consiste en aplicar sellos o estampillas, de barro cocido y variados dibujos sobre el barro oreado o sea casi seco para dejar la impronta. 

Los sellos en muchos casos responden únicamente a dos dibujos: polígonos cruzados con una estrella central y el dibujo de un león rampante que siempre va colocado de forma equivocada, ya que los alfareros mudéjares no parecían entender mucho de heráldica. Esta serie es bastante extensa y de ella hay tinajas en París, Londres, Sevilla, Barcelona, etc. y naturalmente, en Toledo.

Pueden fecharse aproximadamente a principios del siglo XV. Sin detenerme mucho no tengo más remedio que citar otras dos series, fabricadas ya a caballo entre el siglo XV y el siglo XVI. La primera, es globular, alargada y sin asas, con decoración estampillada solamente en la mitad superior de la tinaja, en la que se mezclan motivos islámicos y cristianos, como flores de lis, cruces con peanas o estrellas inscritas en un círculo. La última serie es alargada y ochavada, con un pequeño cuello cilíndrico y base pequeña.

 Tiene decoración sellada o estampillada en toda la altura de la vasija con motivos cristianos, góticos y renacientes. Hay liebres y perros semejantes a los de la serie azule jera de cetrería. N O quiero dejar de mencionar aquí un interesante ejemplar de tinaja ochavada procedente de Torrijas con decoración tallada, suplementada sellada que muestra aves, manos y se llos con una Y coronada que corresponde al anagrama de Isabel la Católica. 

La boca se complementa con mocárabes. Es muy posible que esta pieza perteneciera al palacio de los dueños de Torrijos, don Gutierre de Cárdenas y doña Teresa Enríquez, dada su categoría artística. La tinaja está tan bien conservada que hasta el momento de ser adquirida por el estado con destino al Taller del Moro servía para curar aceitunas.

Las pilas bautismales, excepcionales por su tamaño y dificultad técnica, se fabricaron también en Sevilla aunque se diferencian de las toledanas en su vidriado y forma. 

De estas últimas quedan solamente seis ejemplares (Villamiel, Santa Cruz del Retamar, Camarenilla, Hispanic Society, El Salvador} pues aunque debieron estar muy generalizadas se prohibió su uso por considerarlas de un material excesivamente
pobre para el culto, siendo obligatorio sustituirlas por pilas de piedra. 

Las toledanas son todas muy similares en cuanto a su forma poligonal y su fabricación, aunque no en los detalles decorativos; la de Santa Cruz de Retamar y la de la Hispanic Society son sin duda del mismo taller, que se puede relacionar también con la conservada en el Taller del Moro, originaria de la iglesia de El Salvador.

Esta es la más bella de todas las pilas de bautismo: vidriada en blanco y verde, de forma ochavada en la parte superior e inferior troncocónica, con decoración tallada de tipo vegetal, escudos intercalados y una inscripción en la que se lee el Ave María. En ella es tradición que fue bautizada doña Juana la Loca. 

Todas pueden fecharse en la segunda mitad del siglo XV. En el reinado de los Reyes Católicos la cerámica toledana va a entrar en una época de auge, fabricándose en gran cantidad y con una enorme variedad de técnicas.

Además de las grandes formas de las que he hablado antes, las piezas de vajilla constituyeron otra de las ofertas de los alfares toledanos, aunque tradicionalmente han estado atribuidas a Sevilla, por lo que pasaron muchas veces desapercibidas del panorama de la cerámica de la ciudad. 

Existen ejemplos muy curiosos que estoy seguro son toledanos, a pesar de las dudas de atribución que siempre han planteado: dos jarras antropomorfas conservadas una, en el Museo del Louvre y otra en el Museo Arqueológico N acional y un aguamanil con forma de perrito del Museo de Cluny.

Están decoradas con los mismos dibujos que ornamentan los alizares toledanos más antiguos, por lo cual, basándome en su estilo, colorido y características técnicas, no tengo ninguna duda de que están fabricados aquí, como se puede comprobar por las fotografías. 

Son piezas excepcionales por su rareza los remates para tejado con decoraci6n de cuerda seca: las perinolas del Instituto
Valencia de Don Juan, fechables entre '5'4 y '5'7 que provienen con toda seguridad del convento toledano de San Juan de la Penitencia, fundaci6n del cardenal Cisneros. 

Por su paralelismo técnico y estilístico podemos relacionarlas con las jarras antropomorfas antes citadas y los alizares de esta misma época, a los que se puede conceder con toda seguridad origen toledano. Aún quedan en la ciudad dos remates para tejados similares a las perinolas del Valencia de Don Juan, de formas globulares y realizados tam bién en técnica de cuerda seca con los colores tradicionales islámicos.

Fueron colocados muy posteriormente en las veletas de la ermita de la Virgen de Gracia y el convento de las Carmelitas de San José. 

Sobre el origen de todos estos ejemplares siempre ha habido dudas y los distintos expertos en la materia nunca han estado de acuerdo.

El inicio de esta serie de errores arranca con los escritos del Bar6n Davillier que los atribuye equivocadamente a la producción de Puente del Arzobispo; hoy predomina la opini6n de que son piezas de vajilla sevillana importadas pero como se puede comprobar por las imágenes, para mí queda absolutamente claro que son piezas de origen toledano.

Igualmente se produjo entre los siglos XV y XVI gran cantidad de loza doméstica con ligeras decoraciones en azul sobre baño blanco estannífero con motivos sencillos y esquemáticos derivados del mudéjar y el gótico. 

Principalmente destacan los jarros de forma recta y boca trebolada que guardan cierta similitud con la platería coetánea, platos, escudillas hondas de todos los tamaños, ollas, barreños, etc. Este tipo de cerámica es poco conocido porque apenas quedan piezas completas; habitualmente se atribuye esta clase de vasijas a fabricación talaverana. 

No obstante, durante las obras que se hicieron algunos años delante de la puerta de Alfonso VI o antigua de Bisagra para la rotonda que existe actualmente, aparecieron toneladas de desechos cerámicos entre los que había muchos fragmentos de la clase blanca y azul a que me estoy refiriendo. 

Estos restos y desechos de alfar pueden datarse desde mediados del siglo XVI hasta comienzos del XIX y llegaron allí como relleno desde los alfares de la Antequeruela, el antiguo arrabal de San Isidoro. 

La loza a la que nos referimos está descrita por el cronista de los Reyes Católicos, el italiano Lucio Marineo Sículo venido a España en 1+8+, cuando dice: En Toledo se hacen y labran mucho y muy recio, blanco y alguno verde y mucho amarillo que parece dorado,y esto para servicio, por'que lo más preciado es lo que está vidriado en blanco. 

Identificado cada grupo de cerámica a los que alude, "lo que parece dorado" debe ser lo vidriado con coloración de óxido de hierro del tipo que muchos conocen como de Cuerva y que se fabricó en Toledo con fines domésticos en grandes cantidades desde la época islámica.

Lo verde corresponde al vidriado con óxido de plomo teñido con cobre que se usa también para loza popular y lo vidriado en blanco, la vajilla fina propia de las clases adineradas. Entre los restos hallados en la zona de la puerta de Alfonso VI aparecían cientos de fragmentos, vidriados en blanco, muy gruesos y con unas sencillas decoraciones en azul ca balto, que parecen proceder de piezas casi siempre hondas como barreños. 

Dado que Sículo dice "muy recio", este tipo de cerámica de la que hablo viene a ser una descripción aproximada, precisamente a la que se refiere el italiano en su parca alusión y que coincide perfectamente con las decoraciones empleadas durante la segunda mitad del siglo XV. Cuando dice para servicio debe referirse al uso doméstico y culinario.

 A mediados del siglo XVI, concretamente en 1563, el Ayuntamiento de la ciudad dicta una serie de ordenanzas que refunden otras anteriores para hacer cumplir por los diferentes gremios de artesanos. La ordenanza fue motivada por los abusos de azacanes y alfareros, que empleaban muchas veces cántaros de menor cabida que la legal, estafando así a los consumidores. 

Estos cántaros recibían un sello diferente sobre la parte superior del asa según el alfarero que lo hacía, cosa que servía para identificarlo. Entre los fragmentos cerámicos aparecidos en la explanación de la puerta de Alfonso VI, se hallaron estas asas de cántaro de las que en principio, desconocía la razón de sus sellos. Éstos son de tipos muy variados que van desde las temáticas heráldicas, anagramas complejos, elementos animales y vegetales, decoración de letras, improntas de llaves o huellas de forma difícil de precisar. 

que los cántaros sean marcados con la marca que por mandadn de la ciudad ( ... ) se le ha dado a cada uno. So pena que el alfaharero que la hiziere o tuviere en su casa o tienda ( ... ) sin el dicho sello, pague doszientos maravedís ( ... ) yle sean de pena quebrados todos los cántaros que le hallaren sin el dicho sello y medida. 

Y otrosí que cada alfaharero sea tenido de hazer en cada cántaro su señal. 

Por todo lo que antecede se puede afirmar que las asas de las que hablamos y que aparecen reflejadas en esta ordenanza pueden fecharse entre 1563 y 1735, ya que en este último año no quedaba ninguno de los doce alfares que según Larruga trabajaban aún en el Toledo del siglo XVIL

Existen algunas asas de cántaro que por sus dibujos podrían fecharse más tempranamente y que corresponderían a ordenanzas anteriores a las de 1563, y a las que se refiere el documento cuando dice que los alfareros "guardan mal lo que les está mandado otras vezes por la ciudad". De estas asas más antiguas han aparecido varias en la excavación arqueológica del exterior de la puerta del Vado. 

El deseo de imitar el efecto decorativo del alicatado y de hacerlo más asequible llevó a los alfareros mudéjares a experimentar con una nueva forma plana: el azulejo, pieza de mayor tamaño y que puede contener un tema decorativo completo o la cuarta parte del mismo. En él aplicaron la técnica de cuerda seca, y algo más tarde la de arista, aunque todavía está envuelto en el misterio el momento en que se pasa de una a otra.

 Los ejemplos más antiguos de cuerda seca son los de tipo niebla de la primera mitad del XIV; en Toledo existe algún ejemplar pero podrían ser de importación. Quedan pocos azulejos de cuerda seca en Toledo, pero son los suficientes para asegurar que se fabricaron aquí continuando con la tradición taifa, además de una variante de esta técnica, la Cuerda Seca Hendida, en la que se refuerza el trazo negro de manganeso con una incisión que va siguiendo el dibujo. De finales del siglo XV destacaré los azulejos en forma de escudo con los linajes Haro y Padilla originarios de la catedral de Toledo, actualmente en la Fundación Lázaro Galdiano. 

Estuvieron colocados en la capilla de Santa Teresa conocida como del Cristo de las cucharas por las tres padillas que ostenta el escudo. En un artículo Moraleda comentaba que poseía 22 escudos de cuerda seca en su colección, posteriormente donada al Museo Provincial de Toledo. 

La mayoría de los investigadores vienen situando el nacimiento de la técnica de arista a finales del siglo XV como paso de un proceso manual más costoso a otro puramente mecánico que conseguía facilitar y abaratar aún más la producción. Alfonso Pleguezue!o lo sitúa sin datos concluyentes en e! barrio alfarero de Triana; yo disiento de la opinión de este querido amigo pues me parece que aunque tampoco tengo evidencias absolutas, bien pudo ser Toledo la cuna de esta técnica. 

A juzgar por la gran cantidad de piezas y fragmentos que he visto a lo largo de muchos años y su localización en excavaciones, creo que en Toledo e! nacimiento de la técnica de arista puede situarse antes que en otros centros peninsulares, sobre mediados de! XV, quizá como una parte minoritaria de la producci6n, dedicada sobretodo a la loza doméstica, vajilla y azulejería de cuerda seca. 

También me baso para pensar esto en varias piezas fabricadas en lo que podríamos llamar "técnica mixta", o sea que en e! mismo azulejo se usan la arista o cuenca y la cuerda seca, con decoraciones distintas aunque ambae de raíz islámica; se guardan en varias colecciones particulares y museos. Es muy posible que la arista se utilizara m,ás como una alternativa que como evoluci6n de la cuerda seca, pues al ser técnicas independientes pueden realizarse a la vez en un mismo taller. 

Otro dato a tener en cuenta para hacer esta afirmación es el tamaño de las piezas: los azulejos más antiguos son más grandes; da la impresión que los alfareros estaban buscando un tamaño estándar, diríamos hoy que quedó fijado en e! siglo XVI. En Toledo suele ser mayor que en Sevilla (,6 mm, frente a los 12,50 mm). Podemos ver estos ejemplares más antiguos en la Fundaci6n Lázaro Galdiano, el Princessehof (Holanda) y varias colecciones particulares de Toledo. 

Una de las características que distingue a la arista toledana con respecto a la de otros centros de producci6n como Sevilla, es su finura, su gran calidad técnica y estética amén de la complejidad de los diseños. Éstos responden a esquemas y modelos decorativos de estirpe islámica, mudéjar, g6tica o renacimiento.

 La arista debe también su enorme éxito a ser un proceso mecánico, por lo tanto más rápido y barato, en e! que destaca un dibujo limpio y definido que se puede repetir con gran facilidad al tratarse de moldes de yeso transportables desde un taller a otro. Esto hace que durante la primera mitad de! siglo XVI exista en Toledo una impresionante producci6n destinada principalmente para 21 solerías y zócalos que tuvo fama en su época. Utilizará formatos diferentes: la tira o cintilla, el sembradillo u olambrilla más pequeño y el azulejo. 

También se realizarán piezas especiales a molde: azulejos trapezoidales, en forma de rombo, estrella, hexágono u octógono y placas rectangulares de mayor tamaño que el azulejo. En el Memorial de Luis Hurtado de Toledo (en 1576) se habla de altos palacios con mucha labor musayca y ebrea, refiriéndose a la cerámica, pues el ámbito de aplicación del azulejo está no sólo en los suelos sino también en las portadas, las hornacinas, los frontales de altar, los zócalos o arrimaderos, las contrahuellas de escaleras, los alféizares y los sotobaleones. 

Para las solerías más comunes se usaban azulejos o sembradillos intercalados entre el ladrillo de barro sin vidriar y para conjuntos de especial importancia se creaban formas geométricas complejas a base de tiras y azulejos completos o cortados que producían la sensación de una alfombra extendida en el suelo. 

He podido reunir más de 450 dibujos diferentes no sólo en los modelos conservados en la ciudad sino en colecciones y museos de fuera de España, para los diversos tamaños de la azulejería de la Ciudad Imperial. Toledo exportó sus azulejos a palacios y casa principales, castillos, iglesias, monasterios y conventos. 

Quedan sorprendentes conjuntos de azulejería toledana en el Alcázar de Segovia, el de Nájera, en el Castillo de Coca, en el palacio de los marqueses de Mirabel provenientes del Monasterio de Yuste, en el palacio de la Duquesa de Éboli en Pastrana, en el Paraninfo y dependencias de la Universidad de Alealá de Henares, etc, 

El gran éxito comercial de la arista toledana (y estamos hablando de una producción de miles de azulejos) se ve en la cantidad de edificios, civiles o religiosos en los que aún subsisten y donde la decoración interior se realiza en una convivencia de lenguajes artísticos destacando la estética mudéjar como seña de identidad y prestigio. 

Estos modelos decorativos originales de Toledo se copiaron en muchos otros alfares de la península, en Sevilla, Valencia, Valladolid ... etc. Con el tiempo, estas copias de copias se fueron variando tendiendo casi siempre a la simplificación del dibujo para agilizar la producción masiva de piezas. Durante los primeros años del siglo XVI incorporaron un repertorio ornamental italiano, el grutesco, llegado a España a través de los grabados, aunque a partir de 1560 tenderán al uso de temas tomados del clasicismo.

 El ocaso de la arista comienza en el último ter cio del siglo ante la técnica pintada, sucumbiendo definitivamente a principios del siglo XVII coincidiendo con la expulsión de los moriscos, acontecimiento crucial para comprender el declive que sufre la industria cerámica hispana en esos momentos. Permitan me terminar con un extraordinario conjunto de azulejería como son los zócalos de este Salón donde nos encontramos, estudiado por mi querida amiga y compañera la profesora B. Caviró Martínez y publicado en TOLETUM. 

Estos azulejos componen un diseño vegetal de dos tallos afrontados y dos volutas que en la parte inferior llevan una cenefa que caracteriza una serie de azulejos toledanos como producci6n de un mismo taller. Este diseño usado como fondo se repite intercalando los escudos herá ldicos de sus dueños: D'. Teresa de la Cerda y su esposo D.Arias Pardo de Tavera quienes encargarán esta obra sobre IS4S. 

En la Fundación Lázaro Galdiano se encuentra un raro ejemplar de este mismo dibujo que muestra lo que parece una cabria u grúa con un brazo que sube un sillar de piedra envuelto en una lona. Parece el emblema de un arquitecto; podría tratarse de un dibujo de Alonso de Covarrubias que en estos años era el arquitecto más importante de la ciudad. 

Según los documentos estudiados por Fernando Marías, proyectará la colocación de elementos cerámicos en tres de las obras que está dirigiendo en ese momento: el Alcázar donde colocó zócalos cerámicos con escudos del césar Carlos, la puerta de Bisagra con sus chapiteles de cuerda seca con escudos de la ciudad y el Hospital de Tavera edificio en el que había planteado una torre en cada esquina coronada por cupulillas cubiertas de azulejos. 

No se sabe nada de la relación de Covarrubias con los talleres a los que encarga la cerámica, pero es posible percibir un dibujo de calidad en los azulejos de la serie que hemos llamado "elegante" y que posiblemente sean diseños de su mano. Es fama que el más bello de los azulejos que llevan el escudo de Carlos 1 es obra suya, aunque sin evidencias que lo prueben. Será o no el autor de este enigmático azulejo.

José Aguado Villalba
Fuente: http://www.realacademiatoledo.es/files/toletum/0054/01.pdf

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