jueves, 26 de marzo de 2015

El intrépido Capitán Boyton, último aventurero del Río Tajo: El descenso del Tajo desde Toledo a Lisboa ( I )


Recientemente he tenido el placer de conocer a un curioso personaje histórico, el Capitán Paul Boyton. Me llamó poderosamente la atención una diminuta imagen suya que ilustraba una publicación sobre el Parque Nacional de Monfragüe ("La Humanidad de un Parque Natural", editado por la Consejería de Agricultura y Medio Mabiente. Junta de Extremadura), donde aparecía vestido con una extraña indumentaria y, a primera vista, me recordó a un esquimal o a un cazador de focas….cuya posible relación con Extremadura me costaba entender. 

El texto que acompañaba a la imagen únicamente decía “El capitán inglés Paul Boyton intentó navegar por el Tajo para demostrar la estanqueidad de su traje impermeable. 

Logró salvar los rápidos de Monfragüe en enero de 1878” , pero estas líneas fueron suficientes para despertar mi interés y conocer algo más sobre este aventurero.

"La Humanidad de un Parque Natural". Editado por Consejería de Agricultura y Medio Ambiente. Junta de Extremadura. En la imagen inferior aparece una ilustración del Capitán Boyton (sobre el retrato de Carlos III), mi primer encuentro con este personaje.



Durante las últimas semanas he recopilado con avidez toda la información que me ha sido posible sobre el Capitán Paul Boyton, disfrutando enormemente cada vez que descubría algo nuevo sobre sus aventuras y sus viajes, ya fuesen textos, recortes de prensa de la época o imágenes. Si duda, ha sido especialmente emocionante conocer los detalles de su paso por Extremadura en 1878, mientras realizaba el descenso por río Tajo desde Toledo hasta Lisboa, imaginando cómo fue el río que conoció Boyton hace 130 años, sin que sus aguas estuviesen remansadas por los grandes embalses, con su cauce natural intacto y con una vegetación que entonces debió ser aún más exuberante.

A continuación, toda la historia.

Una vida llena de emociones

Antes de todo, merece la pena conocer algunos detalles de su biografía que nos revelan aspectos muy interesantes de su intensa vida. Paul Boyton (1848-1924) nació en el condado de Kildare (Irlanda), pero siendo muy joven emigró a Estados Unidos, donde su familia se estableció para regentar un negocio de importación de corales, conchas y productos orientales en Allegheny (Pensilvania).

En 1864, con 16 años, se alistó en la Marina durante la Guerra Civil Americana (Guerra de Secesión), siendo asignado a un barco de guerra de vapor de los Confederados (el USS Hydrangea) que operó principalmente en James River, un caudaloso río que desemboca en la bahía de Portsmouth.

Superior: El “USS Hidrangea” en el que se embarcó Boyton era similar a este barco de vapor de guerra. Inferior: escena de una batalla en el río Mississippi durante la Guerra de Secesión

Muy temprano comenzó a interesarse por el submarinismo y se embarcó en una goleta con destino a las Indias Occidentales en busca de tesoros, aunque en realidad se dedicó principalmente a recolectar especies marinas para la exportación (conchas, caracolas, perlas, etc.), posiblemente en relación con el negocio de su familia. Naufragó en el golfo de Méjico en uno de estos viajes.

No sé si fue a consecuencia del naufragio o por su espíritu aventurero, con 18 años se unió a los revolucionarios mejicanos al lado del Comandante Pedro Martínez, luchando contra Maximiliano de Austria (Emperador de Méjico, también con una curiosa historia que merecería ser contada....), pero desertó y volvió a Estados Unidos. Durante su estancia en Méjico también se dedicó al tráfico de armas, posiblemente con destino al ejército revolucionario.

Se trasladó a Filadelfia para atender el negocio familiar, pero en 1869 lo perdió todo tras incendiarse su casa. 

Fue entonces cuando decidió embarcarse con rumbo a Europa y se alistó como voluntario en el cuerpo de francotiradores de la Armada Francesa, participando activamente en varias batallas durante la Guerra Franco-Prusiana. 

Al terminar la contienda decidió probar fortuna para dedicarse a buscar diamantes en Sudáfrica, pero el no tuvo mucho éxito en esta empresa. Cuando regreso de nuevo a Estados Unidos colaboró en la organización del Servicio de Salvamento, precursor del actual Servicio de Guardacostas de Estados Unidos, y fue allí donde obtuvo el rango de Capitán. 

Durante su permanencia en el Servicio de Salvamento Marítimo de Nueva Jersey llegó a rescatar a más de 70 personas.

Boyton en 1870 mostrando las medallas logradas durante la Guerra Franco-Prusiana

Fue en esta época cuando comenzó a convertirse en un personaje famoso por utilizar un “mágico” traje de caucho impermeable que le permitía flotar y desplazarse sobre el agua. El traje fue inventado por C. S. Merriman en 1872 y consistía en dos piezas de caucho que incluían unos ingeniosos compartimentos que podían inflarse a voluntad (más adelante describiré en detalle este traje y su peculiar técnica de navegación).



El Capitán Paul Boyton vistiendo el traje de caucho

Entre sus viajes y aventuras enfundado en su traje se pueden destacar hazañas como el descenso grandes ríos americanos (Mississippi, Allegheny, Ohío, Connecticut, Missouri, Yelowstone, Arkansas, Sacramento, Hudson) y europeos (Rin, Danubio, Po, Ródano, Tíber, Loira, Tajo), pero también cruzó grandes tramos de mar (Canal de La Mancha, Estrecho de Mesina, Estrecho de Gibraltar, Bahía de Nápoles) y grandes lagos (como el lago Trasimene, en Italia o el lago Michigan en EEUU). Boyton llegó a recorrer con su traje de caucho más de 40.200 km por ríos, mares y lagos de medio mundo, ¡toda una proeza!

Entre viaje y viaje se dedicaba a hacer giras con un pequeño circo de atracciones acuáticas, siendo él la principal estrella, exhibiendo las posibilidades de su traje de caucho.

No obstante, su espíritu aventurero le obligó a ir en busca de emociones más fuertes y en 1885 fue contratado como mercenario por el gobierno de Perú para destruir los barcos de guerra de Chile, durante el conflicto bélico que mantenían ambos países y Bolivia (Guerra del Pacífico).

Acordaron pagarle 100.000$ por hundir el primer barco (Huéscar), 125.000$ por el segundo (Encalado blanco) y 150.000$ por el tercero (Almirante Corcorán). 

En una emocionante trama, con intrigas y espías incluidos, utilizó su traje de caucho para acercarse por la noche a los barcos e instalar en su línea de flotación un torpedo con dinamita. En agradecimiento por sus servicios, también fue nombrado Capitán por la Armada de Perú.

El Capitán Boyton colocando un torpedo en un barco. Él mismo construía los torpedos rellenando con dinamita unas bolsas de caucho

No fue hasta 1895, con 46 años, cuando “sentó la cabeza” y decidió montar un parque de atracciones en Coney Island, en Brooklyn (New York), la que sería su última aventura. De ello también hablaremos más adelante.

Parque de Atracciones “Sea Lion Park” en Coney Island, creado por Boyton

Como no podía ser de otro modo, alguien tan intrépido también habría de serlo en el amor y Boyton se enamoró perdidamente de Elise Sauteron, a quién conoció en su viaje a Francia en 1878 y con quien mantuvo una intensa correspondencia. Todas las cartas, 17 en total, se conservan en la actualidad y en ellas Boyon, con el corazón en la mano, desvela interesantes aspectos de su vida que lógicamente no figuran en otras publicaciones.

Esta aventura amorosa, sin embargo, no finalizó con tanto éxito como las demás y ambos rompieron su relación en 1894.

Una de las cartas manuscritas que Paul Boyton dirigió a su amada, Elise Sauteron. Estas cartas han sido recopiladas por Michel López (2006)

Aunque prefiero no interpretar ni las fechas ni el contenido la carta de despedida que Boyton escribió a Elise Sauteron (en la que le decía, entre otras cosas, su amor era imposible porque estaba esperando un hijo con otra mujer), Boyton se casó en 1884 con Maggie Conley, con quien tuvo tres hijos. Michel López también ha reconstruido su árbol genealógico.

El Merriman: un traje de caucho vulcanizado

El traje utilizado por Boyton se denominaba popularmente “Merriman”, en honor a su inventor, Clark S. Merriman, que patentó dos versiones: una en 1869 (más perecida a un traje de buzo y seguramente poco manejable) y otra definitiva en 1872, con numerosas mejoras y más adaptado para abordar grandes travesías.

El material utilizado era el caucho vulcanizado. En su época fue considerado una gran invención, ya que el uso del caucho no estaba tan extendido ni tenía tantas aplicaciones como ahora. De hecho, la vulcanización, proceso por el cual el caucho se convierte en un material duro e impermeable añadiéndole azufre en presencia de calor, fue descubierto en 1830 por Charles Goodyear y patentado en 1843. 

La vulcanización, además de conferirle impermeabilidad al traje, convertía al caucho en un perfecto aislante térmico. Gracias a ello, el “Merriman” protegía a Boyton del frío, lo que le permitió acometer muchas de sus travesías en pleno invierno y adentrarse en aguas heladas.

En la revista "La Ilustración Española y Americana" se publicaron varias noticias durante la estancia del Capitán Boyton en España, incluyendo una de las ilustraciones más conocidos en el que aparece equipado con su traje y todos los accesorios

El traje constaba de dos piezas de caucho vulcanizado (chaqueta y pantalones), con un cinturón de acero alrededor y unas botas altas. En cada pierna, en el pecho y en la parte posterior de la cabeza contaba con unas cámaras inflables que podían ser hinchadas soplando a través de un tubo. La cabeza quedaba encerrada dentro de una capucha donde el agua no penetraba gracias a la presión que ejercía la cámara de aire.

En definitiva, las piezas de caucho aseguraban la impermeabilidad absoluta del traje (al llegar a tierra presumía ante su público por mantener completamente seca su ropa interior) y la estratégica disposición de las cámaras de aire, cuyo volumen podía regularse a voluntad, permitían un flotabilidad perfecta. Una vez en el agua, Boyton se situaba boca arriba, en posición horizontal, inflando las cámaras hasta quedar perfectamente equilibrado. 



Para navegar con agilidad llevaba consigo un remo de doble pala con el que dirigir su rumbo y desplazarse con una notable velocidad, asemejándose mucho a la manera de manejar un kayak.


Imágenes del Capitán Boyton con el traje Merriman

Modificando la presión del aire incluso podía mantenerse en posición vertical sobre al agua, quedado hundido hasta el pecho, permitiéndole permanecer en una postura más cómoda, muy útil para ubicarse en la ruta, comer, consultar mapas o descansar.

Boyton durante una exhibición, flotando en posición vertical y pescando

Además tenía la posibilidad de colocar una pequeña vela para desplazarse sin esfuerzo aprovechando el viento.

Mediante un ingenioso diseño, insertaba un pequeño mástil en una ranura situada en la suela de una de sus botas y desplegaba una vela en cuyo extremo tenía una jarcia o cabo para mantenerla tensa y ganar empuje. Esta vela creo que fue una mejora que introdujo Boyton, ya que no figura en la descripción de ninguna de las dos patentes de Clark S. Merriman.

El equipo se completaba con una útil corneta que hacía sonar para llamar la atención y poder ser localizado, instrumento que le permitió salir de apuros en más de una ocasión. Los víveres y otros utensilios (brújula, cuchillo, linterna, etc..) los transportaba en una bolsa de caucho unida al cuerpo por unas correas.

En algunos tramos de sus travesías contaba con una embarcación de apoyo, aunque en la mayoría de los casos no era posible por tratarse de ríos no navegables. A veces llevaba tras de sí una diminuta embarcación donde transportaba su equipaje, a la que llamaba cariñosamente “Baby Mine”.

Cuando navegaba en aguas con tiburones, colocaba en los extremos del remo unas cuchillas para poder defenderse en caso de necesidad (por ejemplo, los uso cuando cruzó el estrecho de Gibraltar).

En muchas imágenes aparece sosteniendo un paraguas en una de sus manos, que empleaba para protegerse del sol, puesto que su cara era la única parte de su cuerpo que no estaba cubierta por el traje y siempre estaba expuesta al navegar en posición horizontal. 

En algunos casos el Capitán Boyton lo utilizaba para dar un toque de humor a sus travesías….ya que no deja de ser paradójico que un hombre capaz de pasar horas flotando sobre el agua y arrastrado por turbulentas corrientes, se preocupase lo más mínimo por mojarse la cara.

Dos ilustraciones en las que aparece con el paraguas y además con la bandera de EEUU colocada en el lugar donde se instala el mástil de la vela

En muchas ocasiones también aparecía fumando un enorme puro mientras navegaba sobre las olas, escena muy frecuentemente en las ilustraciones que he encontrado. 

Vicios aparte, mantener seco y encendido su puro era una manera más de demostrar su superioridad sobre el agua, a la vez que transmitía la sensación de que todo lo hacía sin esfuerzo, mientras fumaba tranquilamente.

Boyton sobre las olas, llevando en una mano la corneta y en la otra el puro

Aunque resulte obvio decirlo, Boyton debió ser un gran atleta. Cada aventura requería un enorme esfuerzo físico, cubriendo grandes distancias en cada jornada, remando en ocasiones día y noche, luchando contra tempestades, mares embravecidos y ríos con torrentes, cascadas y rápidos llenos de peligros. 

Además de su fortaleza física, se necesitaba una gran valentía para acometer tales hazañas en solitario.

En su segundo viaje a Europa, en el barco que le llevaba de Nueva York a Baltimore (Irlanda), quiso estrenar por primera vez el traje “Merriman”. 

Cuando se encontraba a más de 400 km de la costa intentó lanzarse al agua en plena travesía para llegar por sus propios medios a tierra, pero el Capitán del barco no se lo permitió, ya que no quería asumir la responsabilidad de que su intrépido pasajero muriese ahogado intentando semejante excentricidad.

Escenas de Boyton navegando en el mar

Finalmente Boyton consiguió convencer al Capitán y fue autorizado a abandonar el barco cuando se encontraban a 32 km de la costa. Pese a que durante la noche le sorprendió una gran tempestad que le alejó de su destino, logró llegar con éxito a la costa 7 horas y media después.

Así comenzó la leyenda del “hombre rana”, “hombre bote” u “hombre flotante”, apodos con los empezó a ser conocido allí por donde iba pasando.

Dada su vocación por el salvamento marítimo, hizo innumerables demostraciones de las utilidades del traje para su posible utilización en caso de naufragio, convencido de que podría salvar muchas vidas. 

Gracias a su perseverancia logró promover que se redactase un proyecto de ley del Senado de EEUU para que las embarcaciones incluyesen obligatoriamente trajes de caucho inflables entre sus medidas seguridad, estableciendo la norma que deberían llevar un mínimo de 7 trajes los barcos de vapor y entre 1 y 5 los de vela, dependiendo de su tonelaje. No he averiguado si finalmente fue aprobada esta ley. 

El Presidente de los EEUU, Rutherford Birchard Hayes, recibió a Boyton con todos los honores en el Congreso y elogió sus audaces actos para promover el interés público en favor del salvamento de vidas en la navegación.

Rutherford Birchard Hayes, décimo noveno Presidente de los Estados Unidos (1877-1881) y un gran admirador de Boyton (imagen tomada de Wikipedia)

Con el mismo énfasis, puso de manifiesto su utilidad para intervenciones militares en las que se requería llegar hasta sin ser visto hasta objetivos situados en el agua. Llegó incluso a hacer simulacros colocando torpedos falsos en barcos de guerra para demostrar su vulnerabilidad, ocasionándole su vehemencia algún disgusto con las autoridades militares.

Salvavidas patentado por el Capitán Stoner, muy parecido al de Merriman

Adaptación del Merriman para su utilización como salvavidas por la Royal Air Force

Adaptación moderna del traje Merriman 

Una anécdota curiosa de la que se hizo eco “The New York Times” fue un concurso disputado el 18 de agosto de 1880 entre Boyton y George Fearn, un famoso campeón de natación inglés. Ambos se retaron para ver quien conseguía cubrir una distancia 12,5 millas en menos tiempo, de tal modo que Boyton lo haría con su traje y su remo y Fearn a nado, pero concediéndole una ventaja a su contrincante de 2 millas. Boyton resultó vencedor, embolsándose un premio de 2000$. 

Tres días después le concedió la revancha a Fearn, que ganó en esta ocasión pero después de acordar que Boyton sólo dispusiese de una ventaja de media milla.

El descenso del Tajo desde Toledo a Lisboa

Después de haber cruzado el Canal de la Mancha y el Estrecho de Mesina y tras navegar por varios ríos europeos, como el Ródano, el Rin o el Danubio, decidió que era el momento de probar suerte en España. 

Es curioso que eligiese el Tajo entre todos los ríos de la geografía ibérica, pero parece ser que le llamó poderosamente la atención por ser uno de los menos conocidos y, por tanto, con más posibilidades para un aventurero. Fueron muchos los que intentaron disuadirle de emprender esta travesía, advirtiéndole de que su vida corría peligro por ser un río aún salvaje, lleno de alimañas y bandidos.

Su viaje fue muy anunciado en todo el país, llegando a España rodeado ya de un gran prestigio por sus hazañas. 

El Rey Alfonso XII le invitó a la celebración de su boda con María de las Mercedes de Orleans, mostrando desde el principio un gran interés por su empresa. El Rey pidió a todos los españoles que le recibieran amablemente a su paso por el país, hecho que sin duda le facilitó mucho las cosas. 

El Ministro del Interior, seguramente con la mejor de las intenciones, le entregó los mejores mapas disponibles del río....y debió acordarse muchas veces de este buen señor, ya que la cartografía tenía grandes errores y le ocasionó más de un percance. Este hecho confirma lo desconocido que aún era el Tajo hace poco más de un siglo.

Decidió hacer el viaje en pleno invierno, seguramente para aprovechar que la corriente del río era más fuerte en esa época y así podría navegar con mayor rapidez. El traje de caucho le permitiría afrontar el frío del invierno sin problemas, ya que en su interior se mantenía perfectamente el calor corporal.

Una vez que envió todo su equipaje a Lisboa y tras hacer un recorrido turístico por la ciudad de Toledo, la mañana del 31 de diciembre de 1878, cruzó la Puerta del Sol y se lanzó al agua bajo el Puente de Alcántara jaleado por el numeroso público que se reunió allí para ver su partida.

Fuente: http://chajurdo.blogspot.com.es/2010/04/el-intrepido-capitan-boyton-el-ultimo.html

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