domingo, 11 de enero de 2015

Combates en los Cigarrales de Toledo durante la Guerra Civil

La estabilización del frente en torno al Tajo acentuó el valor estratégico de los puentes de Alcántara y San Martín. 

Al mismo tiempo, también cobraron importancia estratégica los cerros que dominan la ciudad de Toledo donde se hallan enclavados los famosos cigarrales. Como es sabido, estos cigarrales toledanos son casas de campo construidas sobre los cerros graníticos del entorno de la ciudad, dedicadas al cultivo de árboles, frutales de secano y viñedos, pero sobre todo ligadas al ocio y recreo de las clases acomodadas.

 Es un tipo de construcción que parte del aprovechamiento de antiguasincas cercadas medievales y se documenta desde la segunda mitad del siglo XVI, en la que aparece vinculado al ocio de los humanistas de la ciudad y a su deseo de disfrute del paisaje. 

El jesuita Jerónimo Román de la Higuera explicaba a comienzos del siglo XVII que recibían este nombre “porque en el estío cantan allí mucho las cigarras.” El diccionario de la Real Academia Española, por su parte, los deine como una “casa de recreo y huerto que la rodea, en los alrededores de Toledo, con vistas sobre la ciudad.” 

Para esa época el concepto de cigarral sufrirá una transformación al orientarse hacia modelos próximos a las villas palaciegas renacentistas,lo que se traduce en una mejora sustancial de las estructuras arquitectónicas y un considerable aumento de los espacios ajardinados. En la actualidad, de la veintena de cigarrales que aparecían en la relación de Tirso de Molina en 1624, apenas sobreviven siete u ocho identificables. Entre ellos merecen destacarse el palacete renacentista del cardenal Quiroga y el cigarral de Menores,el más modesto de todos los citados, pero el que mejor conserva las características arquitectónicas y paisajísticas atribuidas a este tipo de construcciones.

El cigarral de Menores es una obra que se remonta a comienzos del siglo XVII cuando D. Jerónimo de Miranda y Vibero, canónigo de la catedral de Toledo,encargó al arquitecto Juan Bautista Monegro la construcción de un convento para la Orden de los Clérigos Menores de San Francisco Caracciolo. 

Terminado a principios de 1619, el convento es de traza sencilla, de dos plantas y lonja de tres arcos sobre columnas toscanas. El conjunto se ordena en diversos planos a través de varios aterrazamientos, integrados armoniosamente gracias aun cuidado juego de plazoletas, fuentes y jardines. El edificio de Monegro mantuvo su carácter religioso has-ta que en 1821 se vio afectado por la desamortización eclesiástica ordenada por el gobierno liberal

Un siglo más tarde, en 1921, el edificio, en esta-do completamente ruinoso, fue comprado por Gregorio Marañón, quien acometió una notable restauración delos principales elementos conservados en la finca. Precisamente la revalorización y recuperación de este entorno cigarralero en la década de los años 20 del pasado siglo,vino de la mano de un grupo de intelectuales agrupados en torno a las generaciones del 14 y del 27, entre los que destaca por su fuerte vinculación con la ciudad de Toledo la figura del propietario de la finca que ha sido objeto de nuestro estudio. 

Tras el acondicionamiento del cigarral de Menores, el lugar se convirtió en un importante centro de la vida política y cultural del país, al utilizarse como centro de reuniones a las que asistían personalidades de la talla de Manuel Azaña, Ramón Pérez de Ayala o Federico García Lorca. 

Esta evolución del cigarral desde su pasado como finca agraria a centro social y cultural quedó, sin embargo, frustrada por el estallido de la guerra civil y la conversión de la ciudad de Toledo y de su Alcázar en objetivo militar Después de la toma de Toledo por las tropas nacionales 

todo este sector alcanzó una notable importancia como amenaza latente de las posiciones recién adquiridas y como posible plataforma desde la que organizar una ulterior contraofensiva por parte del ejército republicano. Desde lo alto de estos cerros la ciudad quedaba expuesta a la observación directa de los militares republicanos, constituyendo de hecho una magnífica plataforma para el ataque artillero sobre Toledo y de modo especial sobre la Fábrica de Armas, objetivo preferente de la artillería republicana. 

Fue precisamente esta circunstancia la que motivó que el Mando nacional  trasladara la mayor parte de la producción de municiones a otras zonas más resguardadas del territorio controlado por los sublevados.Dentro de este contexto de fijación del frente de guerra en torno al curso del Tajo se entiende la ocupa-ción del cigarral de Menores por parte de las tropas dela 9ª División del Ejército Popular.

 Esta ocupación ha quedado atestiguada tanto por la documentación foto-gráfica (Fig. 7) y los partes de guerra de la época, como por la construcción de una trinchera orientada hacia la ciudad, cuyo trazado ha quedado registrado por la intervención arqueológica (Fig. 8). 

Dicha trinchera se ha podido documentar en la parte sureste de la zona de intervención y tiene asociadas varias estructuras: una más evidente de planta rectangular y un nido de ametralla-doras que controla el paso de la carretera que conduce desde Toledo a Polán (actual CM-401). 

El material aso-ciado, sin embargo, es claramente nacional  y corresponde a los primeros intentos de ruptura del rente que implicó la conquista de las lomas que dominan Toledo al inicio de los combates de la batalla del cerro de los Palos. Su claro dominio es el reflejo arqueológico de un ataque rápido e intenso que no obtuvo respuesta por parte delas tropas republicanas que, simplemente, abandonaron la posición (Fig. 9).

Del conjunto de piezas documentadas destaca la munición, en su mayor parte percutida, que incluye, apartes casi iguales, proyectiles y casquillos, aunque también aparecen piezas sin disparar. La gran mayoría de  la munición se corresponde al calibre 7.57 mm de punta redondeada y proceden de la Pirotécnica de Sevilla.También se han recogido algunas piezas realizadas en la Fábrica Nacional de Toledo, una en la Western Cartrid-ge Co. De East Alton (Illinois) y otra con marcaje alemán y de procedencia desconocida. 

Junto a ellas se han documentado dos casquillos de pistola de 6 mm de la Unión Española de Explosivos, restos de un cartucho de espiga del calibre 16 fabricado por la Societé Français des Munitions, de Paris y tres proyectiles de plomo, posiblemente utilizados como metralla de mortero.Volviendo al desarrollo de los acontecimientos, tras la toma de Toledo por las tropas de Varela, la ocupación nacional había quedado fijada en la margen occidental del río, con la ciudad de Toledo como punto más importante, y dos cabezas de puente en torno a los puentes de Alcántara, que incluia el castillo de San Servando y de San Martín. El dispositivo defensivo de la ciudad quedó fijado por el mando nacional 

en tres sectores: las fuerzas de Barrón se encargarían de la defensa del puente de San Martín y la Fábrica de Armas; el destacamento de la Academia defendería el puente de Alcántara, y las tropas del comandante Mizzian tendrían a su cargo el Hospital de Afuera, el arrabal de las Covachuelas, la plaza de to-ros, el Colegio de Huérfanos y las lomas del castillo de San Servando. 

Estas últimas, junto con las de Barrón, se encargarían también de la vigilancia del casco histórico.Como ya se ha dicho, debido a su situación particular dentro del denominado Frente Sur del Tajo, Toledo quedaba en una posición muy expuesta tanto para la artillería como para un previsible contraataque republicano. 

Ambas circunstancias eran evidentes para el alto mando nacional , razón por la cual el general Varela, por entonces a cargo de la plaza, ordenó la realización de diversas operaciones destinadas a ampliar las reducidas cabezas de puente de Alcántara y de San Martín, y obtener así el control de los cerros ubicados al otro lado del cauce del Tajo que dominan la ciudad.

La operación más ambiciosa fue el intento de ampliación de la cabeza de puente de San Martín al que hemos hecho referencia al describir las principales operaciones realizadas en el tantas veces citado combate del cerro de los Palos, que se desarrolló entre los días 7 y 13 de mayo de 1937 y afectó directamente a este sector delos cigarrales. 

Entonces las tropas de Varela realizaron una incursión sobre los cerros de La Bastida, las Olivas de la Virgen, cerro de los Palos, cerro Pelao, vértice Pozuela, Las Lomas-Narizones y la dehesa de Loche La operación de ampliación de la cabeza de puente de San Martín y la subsiguiente desbandada de las tropas de Uribarri fueron interpretadas por el Estado Mayor del Ejército del Centro como un intento en toda regla de ruptura del Frente Sur del Tajo y avance nacional 

. A partir de ese momento el cerro donde se levanta el cigarral de Menores quedaría marcado como objetivo de una contraofensiva republicana. El peso de la operación fue encargado a la 11ª División de Líster, originándose entonces una lucha encarnizada entre ambos bandos contendientes, en la que se llegó incluso al combate cuerpo a cuerpo 

Legionarios y regulares ocuparon posiciones en los sectores que hemos denominado Cigarral 1 y 3 —es decir, las pequeñas lomas existentes junto al cigarral de Menores que sobresalen en altura dentro del área de estudio—, atrincherándose en los mismos y levantando parapetos con escombros de construcciones anteriores(Figs. 12 a 14). Desde estas alturas, las tropas nacionales allí desplegadas consiguieron una excelente posición para controlar el entorno circundante.

Al mismo tiempo que las fuerzas de choque de legionarios y regulares se aprestaban a rechazar el previsible ataque de la infantería republicana apoyada por los carros de Líster, la artillería con la que contaban se en-cargaba de parar el avance de los blindados. En este caso el problema para los nacionales venía de la ausencia de piezas de artillería anticarro que pudieran detener una fuerza de choque como era la 11ª División republicana.

La investigación arqueológica ha podido documentar en este punto algunas importantes novedades, como es el empleo por parte de la artillería nacional  del cañón antiaéreo Flak 18, de 88 mm de fabricación alemana, como una efectiva arma anticarro (Fig. 15). 

El Fliegerabwehrkanonen  88 era un arma de fabricación conjunta germano-sueca elaborada por las empresas Krupp y Bofors. La iniciativa de utilizarlo como arma anticarro estuvo en este caso guiada por la necesidad, pero demostró ser una medida de gran eficacia a la hora de detener el avance de la 11ª División republicana de Líster y mantener así las posiciones conquistadas en el transcurso del combate del cerro de los Palos hasta el final de la contienda (Fig.16). 

Como curiosidad debemos añadir que, años más tarde de su primera utilización como arma anticarro, el ejército alemán acabaría adaptando el Fliegerabwehrkanonen  88 para esta nueva misión, dotándole para ello de un visor telescópico y añadiéndole algunos cambios de diseño. Con ésta y otras mejoras ulteriores el Flak 18 resultaría particularmente efectivo en la campaña de Libia de 1941-42 durante la II Guerra Mundial.

La dureza de los combates relacionados con estos ataques y contraataques queda reflejada en el resto del material arqueológico localizado, en el que destacan numerosas anillas de granadas de mano de fabricación alemana, fragmentos de metralla de todo tipo y abundante munición utilizada en los enfrentamientos que hemos descrito. Del amplio conjunto de piezas documentadas destacan los peines de muelle, numerosos proyectiles

(varios de ellos impactados tras haber sido disparados desde distancias cercanas) y vainas de cartucho para armamento Mauser de calibre 7.57 mm procedentes de la Fábrica Pirotécnica de Sevilla y, en menor proporción,de la Fábrica de Armas de Toledo. 

También se ha loca-lizado munición de abricación italiana para MannlicherCarcano, algunos cartuchos Leaucheux de abricaciónrancesa, dos casquillos de pistola de 22/6 mm Flobertde la Unión Española de Explosivos, etc. El estudio desu disposición dentro del yacimiento muestra que lasvainas se concentran tanto en el interior como en el ex-terior de la posición, mientras que los proyectiles y lashuellas de impacto suelen aparecer con mayor frecuencia en la zona externa demás, se han encontrado otros materiales rela-cionados con la vida cotidiana como son dedales, hebi-llas, medallas, material médico, botes de leche conden-sada o latas de conserva, que ormaban parte del ranchodiario que permitió el mantenimiento de los soldadosdurante su estancia en estas posiciones (Figs. 17 a 21).

En conjunto, constituyen un magnífico testimonio de los enfrentamientos ocurridos, en los que se produje-ron situaciones comprometidas y actuaciones personales destacadas, protagonizadas por combatientes de ambos bandos. Un testimonio de la intensidad alcanzada en la lucha por las posiciones ubicadas en este entorno, hoy tan apacible, lo tenemos en el expediente para la con-cesión de la Cruz Laureada de San Fernando al alférez Juan José Orozco anteriormente citado. 

En el Diario Oficial del Ministerio del Ejército nº 205/1940, en el que se publicó la Orden de concesión de la prestigiosa condecoración, se reconoce como mérito la defensa dela posición nº 7 de la cabeza de puente de Toledo, el 11 de mayo de 1937, cuya descripción encaja perfectamente con la que estamos estudiando en el cigarral de Menores. Los hechos reconocidos se describen de la siguiente manera:

El día 11 de mayo de 1937,al mando de una Sección de la 21 Compañía de la 6ª Bandera del Tercio, ocupaba D. Juan José Orozco Massieu, con las fuerzas a sus órdenes, integradas por treinta y cinco a cuarenta hombres, el elemento de resistencia central de la posición número 7 de la Cabeza de Puente de Toledo, posición que por circunstancias anteriores se encontraba débilmente organizada y carecía de defensa contra carros de combate. 

En el expresado día el enemigo, muy superior en nú- mero, realizó desde el amanecer hasta once ataques, siendo siempre rechazado victoriosamente,tras llegar a la lucha cuerpo a cuerpo, y poner en fuga a los carros atacantes mediante bombas de mano y disparos de fusil hechos a través de las mirillas de los mismos. 

Durante el desarrollo de esta acción, la Sección del entonces Alférez Orozco sufrió pérdidas que excedieron del setenta y cinco por ciento, de ellas diecinueve muer- tos, entre los que se encontraban dos Sargentos y tres Cabos, quedando por ello casi sin mandos subalternos la Unidad. Herido el Oficial de referencia por un casco de metralla, fue ordenada su evacuación por el Capitán de la Compañía, negándose a ello por desarrollarse en aquel momento la fase más crítica del combate; continuó la lucha así, animando a sus soldados, dirigiéndola con insuperable pericia y dando ejemplo de valor y espíritu militar, resultando nuevamente herido de gravedad, pero logrando poner en fuga al enemigo 

Este cruce de datos tan evidente entre el registro arqueológico y el documental, pone de manifiesto la importancia que tiene la adecuada recogida y estudio de los materiales asociados a las posiciones de ambos bandos, al permitir encuadrar cronológicamente el uso de cada posición y su correcta interpretación ante el constante cambio de posiciones producido.A modo de resumen, la excavación del Cigarral 3,una construcción del siglo XVI/XVII, ha permitido do-cumentar con detalle un momento concreto de la guerracivil española. 

También, el amplio conjunto de material mueble relacionado que se convierte en un testimonio mudo de los combates ocurridos en los cigarrales tole-danos, mucho tiempo después de la llegada de las tropas del general Varela al interior del Alcázar. Todos ellos sirven para recordar que Toledo se mantuvo en primera línea de guerra hasta el último día del conflicto

http://www.academia.edu/1423981/Arqueolog%C3%ADa_de_la_Guerra_Civil_en_Toledo._El_frente_Sur_del_Tajo_y_el_cigarral_de_Menores_un_escenario_de_guerra

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