viernes, 31 de octubre de 2014

Magos y adivinos en la España visigoda

Para redactar este texto me he basado principalmente en las etimologías de San Isidoro de Sevilla, escritas a comienzos del siglo VII y en los concilios del siglo VI-VII. Las etimologías, valiosísima enciclopedia, no solo nos habla de los tipos de magos existentes en la época, sino lo que era la opinión sobre la misma de su principal rival: La iglesia.


Bajo mi punto de vista lo mas bonito de este documento es que mostraré textos de la época, sin manipulaciones ni interpretaciones modernas. Esto nos sumerge de modo profundo y veraz en la salvaje mentalidad de la época y sus costumbres. Podreis ver la titánica lucha de la Iglesia contra los restos del paganismo antiguo, mas importante en esta época de lo que muchos creen.

Algunos campesinos de época visigoda se disfrazaban de orcos en festividades (mal visto por la iglesia), desde al menos época romana. Orco era el dios de la muerte (similar a Hades o Plutón) de los etruscos y romanos. La palabra ogro viene de orco. Entre los siglos V-XV, en el País Vasco, las mujeres adornaban las tumbas de sus muertos con flores y velas. Dichas tumbas eran también adoradas como si fuesen Dioses, evitando ir a la iglesia.

La iglesia trató de corregir esta costumbre. Entre el 510 y el 520, en el noroeste peninsular se encendían velas junto a los peñascos, arboles, fuentes y encrucijadas de los caminos. Desde tiempo inmemorial, el culto al fuego existió en Galicia. En el 825, los vascos de Álava eran adoradores del fuego. Desde al menos la época romana, se daba en la península el culto a las encinas y a los árboles. Había fuentes milagrosas que curaban enfermedades e incluso los maleficios. También había pozos conocidos como lugares malditos y solitarios, que los caminantes evitaban. Se han encontrado enterramientos junto a las aguas milagrosas.

Aunque el arrianismo había sido oficialmente anulado en el 589, este no había sido erradicado del todo (especialmente entre los cristianos godos). Siendo reemplazado por el catolicismo. Las persecuciones de judíos y paganos eran frecuentes. En el extremo sur de España se encontraban aún los bizantinos mientras que en el norte se hallaban las feroces tribus de los paganos astures, cantabros y vascones. La costumbre de disfrazarse con pieles de animales (ciervo, cordero o novilla entre otros) entre los hispanos estaba muy extendida según San Isidoro. Estas costumbres eran de origen indígena, al igual que el uso de máscaras y cornamentas de ciervo para entregarse a prácticas inmorales. También menciona los amuletos en forma de luna, que llevan principalmente las mujeres.

San Martín Dumiense condena en Galicia durante el siglo VI varias prácticas que coinciden con los concilios (las tres primeras):

1-Hacer encantamientos con hierbas.
2-Nombrar las mujeres a Minerva al tejer.
3-Poner ramos de laurel.
4-Encender velas a las piedras, a los árboles, a las fuentes y a los caminos.
5-Observar los idus, las fiestas de Vulcano y las kalendas.
6-Adornar las mesas.
7-Echar vino y cereales sobre el hueco de un tronco.
8-Arrojar pan a las fuentes.
9-Observar el día de Venus al casarse, y el pie al salir.
10-Hacer encantamientos con nombre de diablos.

San Isidoro escribe que el ceraunio que se producía en las costas de Lusitania, cuyo color era similar al del carbunclo, servía para defenderse de los rayos. Solino habla de estas piedras casi con las mismas palabras que San Isidoro: en las costas de Lusitania existe en gran cantidad una piedra preciosa, llamada ceraunio, superior a la de la India; es de color carbunclo y su cualidad experiméntase con la luz, pues resiste a la acción de ésta. Dícese que tiene virtud contra el rayo. Supersticiones semejantes perviven en el oeste de la península.

En sus etimologías, escritas hacia el 625, San Isidoro dedica un capítulo completo a los magos:

El primero de los magos fue Zoroastro, rey de los bactrianos, a quien Nino, rey de los asirios, mató en un combate. De él escribe Aristóteles que compuso dos millones de versos (Nt: La noticia de los 2 millones de versos, con un total de 10 millones de palabras, pertenece al acervo legendario en torno de este personaje, donde no se cita a Aristóteles, sino a Hermipo.), como lo prueban sus volúmenes. Muchos siglos después desarrolló Demócrito este arte, en tiempos en que también Hipócrates sobresalió en el cultivo de la medicina. Numerosas eran entre los asirios las artes mágicas, según testimonio de Lucano:”¿Quién conocer podrá el destino, consultando entrañas de animales? ¿Quién por las aves descubrir los hados? ¿Quién observar los relámpagos del cielo y escrutar los astros con la atención propia de un sirio?”. Y así esta vanidad de las artes mágicas, emanada de los ángeles perversos, estuvo vigente durante muchos siglos en todo el orbe de la Tierra.

Por medio de cierta ciencia de las cosas futuras y de los infiernos, así como la evocación de éstos, se idearon los auspicios, los augurios, los llamados “oráculos” y la necromancia. Y no hay que admirarse de la reputación de los magos, cuyas artes para realizar maleficios experimentaron tan enorme progreso, que llegaron a presentar prodigios similares a los que Moisés realizaba, transformando varas en serpientes y las aguas en sangre (Nt: Pero luego no pudieron realizar los prodigios efectuados por Moisés y Aarón en la plaga tercera y en la sexta.). Se cuenta que maga famosísima fue Circe (Agustín alude al mito de Circe y de los árcades. Cuando alguno de éstos pasaba a nado al otro lado de un cierto estanque, se convertían en lobos), que metamorfoseó a los compañeros de Ulises en bestias. También se lee respecto al sacrificio que los árcades ofrendaban a su dios en el monte Liceo, que cualquiera que tomaba algo del mismo adquiría el aspecto físico de un animal. De aquí se desprende que no resulta totalmente falso lo que aquel noble poeta escribe refiriéndose a una mujer que destacaba por sus artes mágicas: “Promete aquélla liberar con sus hechizos los espíritus que quiera, y en otros infundir crueles desvelos, detener el curso de los ríos y hacer que los astros retrocedan. A los manes evoca por la noche. Debajo de tus plantas verás mugir la tierra, y a los olmos descender de las montañas”.

¿Qué mas si es lícito creer que la pitonisa hizo salir al alma del profeta Samuel (Nt: Se refiere a la consulta que hace Saúl a la pitonisa de Endor tal como lo encontramos en I Sam. 28,7-25.) de las entrañas del infierno y presentarse ante los ojos de los vivos; a no ser que creamos que fue el alma del profeta y no alguna fantasmogórica ilusión realizada por la falacia de Satanás?. Refiriéndose a Mercurio, dice también Prudencio: “Se dice que con el movimiento de su vara hacía volver a la luz los espíritus de los difuntos, pero que a otros los condenó a la muerte”. Y un poco mas adelante añade: “Pues con su mágico murmullo era capaz de que comparecieran tenues figuras y encantar hábilmente las cenizas sepulcrales. Su arte criminal supo asimismo despojar a otros de vida”.

Magos (magi) son aquellos a quienes la gente suele dar el nombre de “maléficos” (malefici) por la magnitud de sus crímenes. Ellos perturban los elementos, enajenan las mentes de los hombres, y sin veneno alguno, provocan la muerte simplemente con la violencia emanada de sus maleficios. De ahí Lucano: “La mente, sin estar inficionada por la inoculación de veneno alguno, parece encantada”. Conjurando los demonios, se atreve a airear la manera de cómo uno puede eliminar a sus enemigos sirviéndose de malas artes. Se sirven también de sangre y de víctimas, y a menudo tocan los cuerpos de los muertos.

Los necromantes (necromantii) son aquellos con cuyos encantamientos (praecantationobus) se aparecen los muertos resucitados y adivinan y responden a las preguntas que se les formulan. En griego nekrós significa “muerto”, y manteía, “adivinación”. Para evocarlos se emplea la sangre de un cadáver, pues se dice que a los demonios les gusta la sangre. Por eso, cada vez que se practica la necromancia, se mezcla sangre con agua, para hacerlos aparecer mas fácilmente mediante la roja sangre.


Los hidromantes (hydromantii) derivan su nombre del “agua”. La hidromancia consiste en evocar, mediante la observación del agua, las sombras de los demonios, ver sus imágenes o espectros, escuchar de ellos alguna información y empleando sangre, buscar información en los infiernos. Se dice que este tipo de adivinación fue introducido por los persas. Varrón afirma que hay cuatro clases de adivinación (Nt: La adivinación partiendo de objetos sin vida tiene formas muy variadas. Las que recoge Isidoro, tomadas de Varrón, son sugestivas, pero sujetas al esquema de los cuatro elementos de la cosmología antigua), según se utilice la tierra, el agua, el aire o el fuego. De acuerdo con esto se denominan, respectivamente, geomancia, hidromancia, aeromancia o piromancia.

El nombre de adivino (Divini) viene a significar “lleno de Dios”: fingen estar hechidos de Dios y con artificios engañosos predicen el futuro a los hombres. Dos son los tipos de adivinación: el arte y el delirio.

Los llamados encantadores (Incantatores) practican su destreza sirviéndose de palabras.

Los ariolos (Arioli) reciben este nombre porque formulan abominables plegarias ante las aras de los ídolos y les ofrecen funestos sacrificios, después de cuya realización reciben las respuestas de los demonios.

El nombre de arúspice (Haruspice) significa algo así como “observadores de las horas” (Nt: Haruspices son los que examinan las entrañas de las víctimas. A veces se omite la h inicial, que también a veces reaparece en ariolus, que podemos considerar como un derivado. Haruxpex sería un compuesto híbrido etrusco-latino), y es que ellos tienen muy en cuenta los días y las horas en la ejecución de los asuntos y trabajos, y establecen que es lo que el hombre debe cumplir en cada momento. Examinan también las entrañas de los animales y por ellas predicen el futuro.
Los augures (Augures) son los que observan el vuelo y canto de las aves, así como otras señales de las cosas o sucesos imprevistos que acontecen al hombre. Se los denomina también “aúspices”, pues los “auspicios” es lo que observan quienes emprenden un viaje. Se llaman “auspicios”, como si dijéramos “observación de las aves”; y “augurio”, algo así como “parloteo de las aves”, haciendo naturalmente referencia al canto y lenguaje de las aves. De la misma manera “augurio”, puede interpretarse como avigerium, “lo que las aves llevan”. Hay dos clases de auspicios: uno que está relacionado con los ojos, y el otro que lo está con los oídos. Con los ojos, como el vuelo; con los oídos, como el canto de las aves.

Las pitonisas (Pythonissae) derivan su nombre de Apolo Pitio, inventor de este tipo de adivinación.

A los astrólogos (Astrologi) se los llamó así porque hacen sus augurios fijándose en los astros.

A los genetliacos (Genethliaci) se les dio tal nombre porque prestan suma atención al día del nacimiento. Describen el horóscopo de los hombres siguiendo los doce signos del cielo; y de acuerdo con el curso de las estrellas intentan predecir las costumbres, hechos y acontecimentos de los nacidos, es decir, bajo que sino ha nacido uno y que efecto va a tener en su vida. La gente suele darle el nombre de “matemáticos”. A este tipo de adivinación, los latinos la denominan “constelaciones”, es decir, “posiciones de los astros”, en que situación se encuentran cuando alguien nace. En un principio, los intérpretes de las estrellas eran conocidos como “magos”, como puede leerse acerca de los que, en el Evangelio, anunciaron que Cristo había nacido; mas tarde se los denominó simplemente “matemáticos”. La ciencia de este arte le fue concedida al hombre hasta la predicación del Evangelio, de manera que, una vez nacido Cristo, nadie en adelante tratará de interpretar el nacimiento de otra persona fijándose en el cielo.

A los horóscopos (Horoscopi) se les dio este nombre porque examinan las horas en que tuvo lugar el nacimiento de las personas para descubrir su dispar y diverso destino.

Sortílegos (Sortilegi) (Nt: El sortilegio –a veces convertido en rapsodomancia- conoció una gran difusión. Así se nos han conservado la sortes Homericae, las sortes Vergilinanae- solamente en la Historia Augusta encontramos ocho casos- y, con los cristianos, las sortes Biblicae.) son los que so capa de una falsa religión, practican la ciencia adivinatoria sirviéndose de lo que ellos llaman “suerte de ángeles”, o bien prometen descubrir el futuro mediante el examen de determinadas escrituras.

A los salisatores (salisatores) se les aplica este nombre porque, por el movimiento de algunas partes de sus miembros, predicen que algo va a resultar próspero o desfavorable. A todas estas prácticas pertenecen también los amuletos de remedios execrables condenados por los médicos y que consisten en ligaduras, en marcas, encantamientos o en objetos diversos que han de llevarse colgados o atados.

En todo ello se evidencia el arte de los demonios, emanado de una pestilente sociedad de hombres y ángeles malos. De ahí que el cristiano deba evitar todo esto, y repudiarlo y condenarlo y condenarlo con todo tipo de maldiciones. A los frigios se debe la práctica de los augurios por medio de las aves. Se dice que el inventor del prestigio (praestigium) fue Mercurio. Se llama prestigio porque “engaña” a nuestros ojos. (Nt: Cicerón nos ha conservado unos versos de Cecilio alusivos a esta etimología: praestigium: praestringere oculos.)

Se cuenta que un tal Tages (Nt: Tages es una de las importantes figuras de la mitología etrusca) que transmitió a los etruscos el arte de la aruspicina (aruspicinae): dictó con sus propios labios la ciencia de los arúspices (aruspicinan), y nunca mas fue visto. Cuenta la fábula que en una ocasión en que un campesino se encontraba arando, surgió súbitamente de entre los terrones y le dictó la ciencia aruspicial, muriendo ese mismo día. Los romanos tradujeron esos libros de la lengua etrusca a la latina.

En adelante me voy a concentrar en los concilios en los que se trata el tema de la magia, por orden de fecha.

En el II concilio de Braga en el 572, en el canon 59 se dice:

Que no sea lícito a los obispos o clérigos hacer encantamientos (incantaturas) o ligaduras.

No está permitido a los clérigos -cualquiera que fuera su dignidad- ser encantadores (incantatores) y hacer ligaduras, esto es, uniones de almas. Si alguno practicase estas cosas sea arrojado de la iglesia.

El canon 71, prescribe penitencia durante cinco años a los que

Siguiendo la costumbre de los paganos, introdujeren en sus casas a adivinos y sortílegos, para que hagan salir fuera al espíritu malo, o descubran los maleficios, o realicen las purificaciones de los paganos.

El canon 72 prohibe a los cristianos el conservar las tradiciones de los gentiles ni festejarlas, ni tampoco tomar en cuenta los elementos, o el curso de la luna, o de las estrellas, o la vana falacia de los astros para la construcción de casas, o para la siembra o plantación de árboles, o para la celebración del matrimonio.

El 73, advierte que no están permitidas celebrar las perversas fiestas de las calendas ni entregarse a las diversiones gentiles, ni cubrir las casas con laurel o con el verdor de los árboles, pues todas estas prácticas son del paganismo. En el siguiente canon, el 74, impide recoger hierbas medicinales para uso de algunas superticiones o encantamientos (incantationes), y por último el 75, advierte a las mujeres que no les está permitido el entregarse a alguna fórmula supersticiosa al tejer la lana.

En el 589 se celebró concilio en Narbona, el canon 4 ordena

Que ningún hombre, sea ingenuo, siervo, godo, romano, sirio, griego o judío, haga ningún trabajo en domingo. No se unzan los bueyes, a no ser que sobreviniere una necesidad de cambiar de lugar, y si alguno se atreviere a hacerlo, si se trata de un ingenuo, pague al conde de la ciudad seis sueldos, si de un siervo, recibirá cien azotes.

En el canon 14 se manda que

Si fueren hallados hombres o mujeres adivinos de los que dicen que son sortílegos (sorticularios) en casa de algún godo o romano, sirio, griego o judío, o si alguno se atreviere de ahora en adelante a consultar sus engañosos cánticos y no quisiere acusar esto públicamente, por haberse atrevido a ello no solo será separado de la iglesia sino también deberá pagar al conde de la ciudad seis onzas de oro. Y aquellos que llenos de esta maldad echan suertes (sortes) y adivinaciones (divinationes) y engañan al pueblo con sus prevaricaciones, dondequiera que sean hallados o halladas, sean libres o siervas, sean duramente azotados en público y vendidos y su precio repartido entre los pobres.

En el IV concilio de Toledo del año 633, presidido por San Isidoro de Sevilla, en el canon 29 se establecía que

Si se descubriera que algún obispo, presbítero o diácono, o cualquier otro del orden clerical, consultaba magos, arúspices, ariolos, augures, sortílegos (sortilegos) o a los que profesan artes ocultas o a algunos otros que ejercen cosas parecidas, depuestos del honor de su dignidad sean encerrados en un monasterio, consagrados allí a una penitencia perpetua lloren el crimen cometido de sacrilegio.

El XII concilio de Toledo en el 681, que coincidió con la subida al trono de Ervigio, el rey entregó un largo escrito a los obispos en el que les indicaba a estos que pusieran gran interés en desatar las ligaduras de los culpables, corregir las costumbres deshonestas de los pecadores. Mostrarán su celo fervoroso contra los infieles, acabarán con la morbosidad de los soberbios, aliviarán el peso de los oprimidos y, lo que es mas que todo extirpad de raíz la peste judaica que siempre se renueva con nuevas locuras y pedía añadieran a las leyes, ya establecidas contra ellos, una clausula confirmatoria.

En el canon 11 trata de los adoradores de ídolos, en el que aduciendo los

Preceptos del Señor que dijo: No te harás obra de escultura, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo de abajo en la tierra; no las adorarás ni les darás culto, y el de: El hombre o la mujer que hace el mal en la presencia del Señor tu Dios, y viola el pacto del Señor, yendo a servir a dioses ajenos y adorarlos, y al sol y a la luna y a toda la milicia del cielo, lo cual yo he mandado, si te dieren aviso de esto, que en oyéndolo harás con toda diligencia una investigación, y si encontrares que es verdad y que en Israel se ha practicado tal abominación, sacarás al varón y a la mujer que ejecutaron un crimen tan malvado, a las puertas de la ciudad, y serán apedreados.

E instituyeron que avisaban a los adoradores de ídolos, a los que veneraban las piedras, a los que encendían antorchas, y a los que adoraban las fuentes y los árboles, que se condenaban espontáneamente; y que

Todo sacrificio de idolatría, y cualquier cosa en contra de la santa fe, que los hombres necios, esclavizados por el culto del diablo practican, por intervención del obispo o del juez, dondequiera que se descubriere alguno de estos sacrílegos, sea arrancado de raíz y una vez arrancados, sean aniquilados; y castiguen con azotes a todos aquellos que concurren a un horror de esta naturaleza, y cargándolos con cadenas los entreguen a sus señores.

De aquel XII concilio de Toledo del 681, dimanaron las primeras leyes civiles, recogidas en el llamado Fuero Juzgo, sobre

Los maléficos y de los que preguntaban a los vaticinadores, y a los que hacen los vergambres. De los adivinos y de los venéficos ponzoñadores, y de los que toman su consejo. De los magos y de los que piden consejo a los astrólogos.

Leyes que por su trascendencia a continuación detallo:

Quien toma consejo de muerte o de vida del rey o de otro hombre con los ariolos, o con los arúspices (Emilian. Arúspices, incantatores), o con los vaticinadores, y los que les responden,, y con los que catan en la espada, o con los agoreros, con todas sus cosas, sean siervos de la corte o de aquel a quien los mandare el rey dar, que los haya mientras vivieren después de que fueren azotados.

Y si hacen sus padres, deben haber toda la buena del padre, y además la dignidad que perdió el padre. Y los siervos que esto hicieren, sean atormentados por muchas maneras y sean vendidos, que los lleven a ultramar, que estos no sean escusados de haber penas, que por su agrado hacen estos adivinamientos.

La segunda ley condena a los que hacían brebajes (venéficos), en estos términos:

Los que hacen pecados de muchas maneras, deben ser penados de muchas maneras. Y primeramente aquéllos que dan hierbas, deben haber tal pena, que si aquel a quien dieran las hierbas muriere, mano a mano deben ser penados los que se las dieron, y morir malamente. Y si por ventura escapara de la muerte aquel que los bebiere, el que se las dio debe ser metido en su poder, para que haga con él lo que quisiere.

La tercera se refiere a los jueces que no pudiendo conseguir con sus investigaciones la detención del reo se valían de los maléficos para lograr sus propósitos; cuyo tenor es el siguiente:

Así como la verdad no es aprendida por la mentira, así se sigue que la mentira no viene de la verdad; que toda verdad viene de Dios, y la mentira viene del diablo, que el diablo fue siempre mentirero. Y porque cada una de estas a su príncipe, ¿cómo debe hombre pesquisar la verdad por la mentira? Que algunos jueces que no son de Dios, y son llenos de error, cuando no pueden hallar por pesquisa a los malhechores van a tomar consejo con los adivinos, arúspices, vaticinadores, augures, y no cuidan hallar verdad si no toman consejo con estos; mas por ende no pueden hallar verdad, porque quieren demandar por mentira, y quieren probar los malos hechos por las adivinaciones, y los malhechores por los adivinadores; y dan asimismos el lugar del diablo con los “adivinadores”.

Y por ende mandamos que si algún juez quisiere pesquirir, o probar alguna cosa por “adivinos” o por “agoradores”, o si algún hombre toma consejo con estos tales de muerte o de vida de otro, o demandar que les respondan en alguna cosa, haga la enmienda que dice en el sexto libro de la ley que es en el segundo título en la era primera en la ley que dice: De los que toman consejo con los “adivinadores” de muerte o de vida de otro. Mas los jueces no sean tenidos de la pena de esa ley, los cuales demandan los “adivinadores”, no por probar por ellos nada, mas por demostrar que son a tales ante muchos, y por hacer vengan a ellos. Y porque estos tales agoradores son aborridos de Dios, por ende establecemos en esta ley especialmente que todo hombre que es agorador, o que se guía por agoros o por adivinanzas, reciba cien azotes. Y si después tornare en ello, pierda toda buena testimonia, y reciba otros cien azotes.

La cuarta, hace referencia a los encantadores, y de los que de ellos se aconsejan, la cual dice:

Los proviceros, o los que hacen caer pedrisco en las viñas o en las mieses, y los que hablan con los diablos, y les hacen turbar las voluntades a los hombres y a las mujeres, y aquellos que hacen cercos de noche, y hacen sacrificios a los diablos, estos tales o cualquier que el juez o su merino les pudiere hallar o probar, háganle dar a cada uno doscientos azotes, y señálelos en la frente otros que los vieren sean espantados por la pena de estos. Y porque no hayan poder de hacer tal cosa de aquí en adelante, el juez los meta en algún lugar o vivan, y que no puedan empecer a los otros hombres, o los envie al rey que haga con ellos lo que quisiere. Y los que tomaren consejo con ellos reciban doscientos azotes cada uno de ellos; que no deben ser sin pena los que por semejable culpa son culpados.

Finalmente, otra ley dispone algo así como reza en el dicho popular cuando se toman la justicia por su mano: ojo por ojo y diente por diente, en la cual se establece:

Que todo hombre libre o siervo que por encantamiento o por ligamiento hace mal a los hombres o a las animalias, o a otra cosa en viñas, o en mieses, o en campos, o hiciere cosa porque hagan morir algún hombre, o ser mudo, o que hagan otro mal; mandamos que todo el daño reciban en sus cuerpos, y en todas sus cosas que hicieron a otros.

En el concilio XVI de Toledo, celebrado en el 693, en el canon 2 se dice:

Drecretamos, que todos los obispos y presbíteros y cuantos están al frente las causas judiciales, vigilen con el mayor esmero, donde quiera que se hallaren, a algunos adorando o practicando los referidos sacrílegos, o cualquier otra de las cosas que se prohíben por la ley divina, o vedadas por las determinaciones de los santos Padres, sean personas de cualquier género o condición, inmediatamente, ateniéndose al contenido de las referidas disposiciones, no dilatarán el corregirlos y extirparlos, y además presentarán cuantos dones fueron ofrecidos en el mismo lugar del sacrilegio, a las iglesias vecinas. Y si el obispo, presbítero o juez, a cuya jurisdicción perteneciere aquel sitio, teniendo noticia de un crimen público o privado de cualquier carácter sacrílego descuidare el corregirlo con pronta voluntad, privado de la dignidad de su puesto, será sometido a la penitencia durante el espacio de un año.

También en éste canon se menciona a los adoradores de ídolos, los veneradores de piedras, los encendedores de antorchas, los que rinden culto a los lugares sagrados de las fuentes y de los árboles. Los que se hacen augures y precantadores (praecantatores) y otras muchas cosas que sería largo de narrar. Todas estas prácticas mágicas son consideradas sacrilegios.

El V canon del XVII Concilio de Toledo, celebrado en 694, es decir unos años antes de la crisis revolucionaria del VIII nos enseña en qué grave situación se encontraba la Iglesia por aquellas fechas: Celebraban los obispos una especie de misas negras:

«. . .Muchos obispos que debían ser predicadores de la verdad y de cuya boca debían aprender la ley de la verdad las masas populares..., llegan a celebrar con falsa intención la misa destinada al descanso de los difuntos por los que aún viven, no por otro motivo, sino para que aquel por el cual ha sido ofrecido el tal sacrificio incurra en trance de muerte y de perdición por la eficacia de la misma sacrosanta oblación...».

Durante el siglo VII hasta comienzos del siglo VIII hubo un gran aumento del eremitismo, localizado en zonas mal o no controladas por las autoridades. Volvieron a renacer de los viejos cultos rurales ibéricos, unido a la resistencia campesina a la erección de iglesias.

Fuente: http://latorredelmago.blogspot.com.es/2011/10/magos-y-adivinos-en-la-espana-visigoda.html

Toletum Visigodo


Trabajos de excavación en el yacimiento arqueológico de la Vega Baja en Toledo (España). Guión, dirección y locución de Alfonso García.

El Tesoro que compró un billete de ida y vuelta

Siempre que escribimos acerca de aquellas obras o monumentos que por voluntad propia, otras veces de manera forzada, o como donación por servicios prestados, o exiliado por conflictos bélicos, o robado…, han tenido que hacer sus maletas para dejar su tierra y partir a otro entorno diferente para el cual fue concebido, sus viajes, están rodeados de un sinfín de aventuras y avatares que hacen que su periplo se convierta en sorprendentes hazañas…

Por ello siempre sorprende el viaje emprendido por un conjunto de joyas y coronas que la casualidad de la historia quiso que se encontraran enterradas en una finca y un cementerio de la toledana localidades de Guadamur.

Tesoro de Guarrazar

Su historia supera las mejores novelas de espionaje y a los mejores guiones de aventuras que se han escrito y yo voy a tratar de sintetizarla en este post que dedico a un tesoro que, mermado en su volumen de piezas con el paso de la historia, vio como era vendido “al mejor postor” contra su voluntad y, adquirió el billete de regreso a casa sin que su comprador ni su vendedor pudieran evitarlo.

Arrancamos si os parece con el Viaje de Ida y Vuelta del Tesoro de Guarrazar.

Origen: Guadamur – (Toledo), Coronas y joyas que adornaban las iglesias del antiguo reino visigodo.
Destino: Múltiple…

Corría el año de 771 d.C. cuando la Península Ibérica era invadida por las huestes musulmanas que fueron haciéndose con la geografía española desterrando a los pobladores de aquel entonces y que constituían el Reino Visigodo, cuya capital estaba establecida en la imperial ciudad de Toledo.

El miedo a que los árabes pudieran hacerse con el tesoro para fundirlo y reutilizarlo (oro y piedras preciosas), llevó a los “godos” a ocultar gran parte de las joyas y las coronas en el cementerio de Guarrazar, próximo a la localidad de Guadamur, y también enterraron parte del tesoro en diferentes lugares de las tierras de Guadamur.

El Tesoro quedó a resguardo del saqueo musulmán y de posteriores avatares acontecidos en la Península desde el siglo VIII y no fue hasta la segunda mitad del XIX, once siglos después, una tarde del 24 de agosto de 1858, cuando la “fortuna”, o “des afortuna”, según se analice, llevó a un matrimonio de la localidad de Guadamur que paseaban por las proximidades del antiguo cementerio a encontrar algo en un lugar que parecía una tumba; al acercarse descubrieron el conjunto de joyas y coronas de oro y piedras preciosas de estilo oriental e influencias bizantinas que, hacía once años habían enterrado sus “antepasados” visigodos. Aquí comenzó el viaje de Ida y Vuelta de este Tesoro.

Esa tarde una fuerte tormenta removió las tierras de la zona y dejó al descubierto el patrimonio que tan secretamente había permanecido oculto más de mil años, el matrimonio, formado por María Pérez y Francisco Morales, no lo dudó, debían llevarse el tesoro, la única cuestión era determinar el cómo y el cuándo, por qué se presupone.

El hallazgo hizo que estos dos “lugareños”, acudieran en la oscuridad de la noche a desenterrar el tesoro con la intención de apropiárselo, pero las prisas y la noche aceleraron la impaciencia de estas dos personas que no descubrieron la totalidad del tesoro.

A la mañana siguiente, un labrador, Domingo Cruz, dueño de unas huertas cercanas y que previamente había visto las “andanzas” del matrimonio, fue el encargado de encontrar el resto del conjunto de coronas, joyas y cruces que la noche de antes no había retirado sus “descubridores”.

Tesoro de Guarrazar

El matrimonio fue vendiendo paulatinamente, para no levantar sospechas, su parte del tesoro a joyeros de la ciudad de Toledo, quienes se lo compraron por valor muy inferior al real (precio solo mirando los materiales, no su valor artístico e histórico, que es incalculable). Los joyeros a su vez fundieron las piezas para reutilizar el oro en la elaboración de otras piezas de orfebrería.

A pesar del secretismo de estas operaciones de venta un profesor de nacionalidad francesa, Adolfo Herouart Chivot, que impartía clases en el Colegio de Infantería de Toledo (situado por aquel entonces en el actual Hospital – Museo de Santa Cruz), se enteró del hallazgo y comenzó a trabajar de manera activa en el proceso de “enajenación” del Tesoro, pero esta historia comienza a tejer su urdimbre cuando entra en escena otro protagonista, también enterado del “caso de la coronas”, D. José Navarro, un experto diamantista con gran experiencia y que era consciente del valor arqueológico de las mismas. Se unión en “sociedad” con Adolfo Herouart y entre ambos adquirieron las huertas y tierras donde se habían encontrado el tesoro, para que los propietarios no pudieran reclamarles la propiedad de lo allí encontrado y evitar también que los hallazgos salieran a la luz pública. Su finalidad, vender todo cuanto encontraran al país vecino.

Hallaron algunos restos más y consiguieron comprar las coronas que aún estaban en manos del matrimonio, primeros descubridores del tesoro; con las nueve coronas que consiguieron reunir Herouart y Navarro, acudieron a Francia para ofrecerlas al Ministro del Estado francés, quien las adquirió por la nada desdeñable cantidad de 100.000 francos, pasando, desde ese momento, a ocupar un emplazamiento fuera de su tierra y de su país; el Museo de Cluny francés fue el recepto de tan preciado Bien.

La valoración de los expertos franceses del Museo acerca de la importancia del hallazgo inundó la prensa nacional y el Gobierno español enterado del caso y la ilícita venta de su patrimonio, comenzó a realizar las gestiones que estaban en su poder para reclamar los bienes sustraídos de la Nación (caso similar se produjo con el Odissey, véase post en Espacios Olvidados); El órgano competente en España en ese momento, (siglo XIX), era la Comisión Central de Monumentos la cual, por medio de su delegada, la Comisión Provincial de Monumentos de Toledo, iniciaron todos los trámites para recuperar las Coronas. Capitaneada esta operación por el gran historiador José Amador de los Ríos y Pedro de Madrazo, movilizaron todos los mecanismos legales para la reclamación del tesoro, y llevaron a cabo excavaciones en las huertas donde se había producido el hallazgo, encontrando más restos de orfebrería y estelas funerarias y diversos objetos de estilo visigodo.

Tesoro de Guarrazar.

Pero el fin anhelado, la devolución de las coronas, no pudieron lograrlo, a cambio obtuvieron respuestas de demora constantes por parte de las autoridades francesas.


Si se consiguió un hecho detonante que cambió en parte la legislación española sobre la protección de los Bienes Nacionales; fue la primera vez que todo un Gobierno puso en marcha su aparato legal para recuperar un patrimonio que había sido sustraído de forma ilícita del territorio nacional. (pero éstas habían comprado el billete de vuelta a casa… y aguardaban solo a que pasara su tren de regreso).

No debemos olvidar que se produjo un segundo hallazo que hasta el momento no había generado sospechas, ya que, Domingo de la Cruz, no lo dio a conocer de manera alguna.

Domingo de la Cruz era el hortelano que la noche del “robo” había visto al matrimonio llevarse el tesoro procurando no levantar sospecha.


El Gobierno español había perdido la esperanza de recuperar las coronas de Guarrazar, Domingo de la Cruz llevó a la reina como ofrecimiento una de las coronas que poseía. En ese momento, el Gobierno supo de que esa no era la única Corona que guardaba Domingo de la Cruz, y se le ofreció a cambio de una importante cuantía económica de 40.000 reales y una pensión anual de 4.000 reales, la entrega del tesoro.

Domingo de la Cruz accedió a conferir el tesoro que guardaba en tinajas para que no fuera descubierto y pasó a albergar los fondos del Palacio Real de Madrid. Allí fueron estudiadas y pudieron comprobar que una de ellas pertenecía al rey Suintila.

Y allí permaneció esta parte del tesoro…, hasta que un 4 de abril de 1921, la corona del rey Suintila, una de las más valiosas de esta parte del tesoro, fue robada del Palacio Real sin que pudiera recuperarse nunca. Sus autores fueron detenidos, pero las piezas robadas no fueron recuperadas nunca, emprendiendo un viaje hacia un destino incierto.

Corona robada del Palacio Real de Madrid

La desgracia parecía recaer en este patrimonio para que no formara parte de los bienes nacionales, pero aún quedaba el billete de vuelta que las coronas compraron en Francia con destino España…

La II Guerra Mundial y la situación de España como territorio “neutral”, fue el detonante para que las Coronas decidieran de nuevo tomar el “primer tren” destino Casa. La ocupación alemana de parte del territorio francés y la buena relación que el Gobierno del general Franco mantenía con el Gobierno de Vichy fueron los ingredientes para que se firmara un convenio de intercambio de obras de arte y patrimonio con valor histórico. Las negociaciones comenzaron a efectuarse en 1940 por el también gran historiador Eugenio D’Ors, firmándose un acta en que se devolvía a España seis de las nueve coronas que conformaban el tesoro de Guarrazar sito Francia y otras piezas de gran valor como eran la Dama de Elche y algunas pinturas de Murillo, el Greco, un cartón de Goya y otras obras relevantes.

Y así fue como, resumidamente, el Tesoro de Guarrazar volvió a casa, para ser contemplado, cuidado y admirado por todos los viajeros que se acercan al Museo Arqueológico Nacional en Madrid, muchos sin conocer que este Tesoro una vez compró un billete destino “su Casa”.


Tesoro de Guarrazar.

jueves, 30 de octubre de 2014

El Ninfeo y la Basílica de Villa Materno Cinegio

El otro día repetí visita al lugar donde se encuentran los restos de la villa romana de Carranque, Villa Materno Cinegio, así conocida por ser atribuida a un tal Materno -pues dicho nombre aparece en el mosaico del dormitorio principal de lo que fue su residencia-. 

De este supuesto dueño de la villa se ha llegado a especular que pudo ser familiar del emperador Teodosio. En el lugar no hay constancia de anteriores asentamientos, pero el paraje junto al río Guadarrama es bastante sugerente. 

La sacralidad, capricho de una familia muy pudiente -se han encontrado materiales muy lujosos como una pata de mesa de pórfido rojo, material que se traía de Egipto para familias de gran poder adquisitivo o para los propios emperadores- se manifiesta a través de dos construcciones, una de tinte pagano, el Ninfeo, quizás más ornamental que sagrada, pues el imperio romano ya había asumido el cristianismo como religión oficial, y una basílicaq ue continuó siendo lugar de culto hasta principios del S. XX en forma de ermita. 

El Ninfeo, aunque fuera puramente ornamental, supone una especie de sacralización del agua, en este caso de una fuente, pues ya se sabe que tanto manantiales, fuentes y cursos de agua solían ser sacralizados por los cultos precristianos. 

Todo ello, como he dicho, nació del capricho de gentes adineradas, pero la sacralización del propio lugar a través de la ermita mencionada hasta tiempos muy cercanos hacen que dicho paraje reúna los requisitos para ser traído a una web de esta temática. Como anécdota añadir que para acceder al parque arqueológico se ha de cruzar un moderno puente sobre el Guadarrama, y una vez lo cruzabas te internabas en un pequeño bosque de chopos que el otro día no encontré. 


La mujer del centro de interpretación nos contó que dicho bosque de chopos americanos, que se plantaron hace décadas para aprovechamiento maderero, fue eliminado porque sus grandes ramas se estaban desprendiendo con bastante frecuencia, lo que suponía un peligro para los visitantes del parque. 

Esa explicación ya le dejó a uno algo más tranquilo, porque uno temía que hubiera sido un incendio o, lo que es peor, una eliminación intencionada, pero pese a todo, ya no se volverá a disfrutar de la frondosidad existente con anterioridad hasta que pasen unos cuantos años o más bien décadas, pues en la extensión, anteriormente ocupada por dicha chopera, se han plantado unos árboles, que no reconocí, de pequeño tamaño aún.

Reconstrucción hipotética de los edificios de Villa Materno

El Ninfeo se encuentra situado a unos 70 m. de la villa de Materno, que pudo tener un carácter votivo y monumental.

Se trata de un pequeño templo de planta cuadrangular arquitrabado, que se eleva sobre un podio y presenta cabecera semicircular en uno de sus lados menores. 

El suelo del templo era de mosaico, de que se conservan algunos fragmentos.

Cuando se realizó el estudio del edificio se puso de manifiesto que se trataba de una estructura construida para proteger una una fuente ornamental. Como nada es puramente ornamental, este edificio estaba situado en la parte mas alta de yacimiento, es posible que también tuviera la función de depósito y redistribuyera agua a otras dependencias.

En cuanto a la basílica la función originaria de esta estructura pudo ser de martirio, como parecen indicar las tumbas y los objetos litúrgicos que se han encontrado. 

Se trata de una verdadera edificación paleocristiana, bien planificada desde el momento de su diseño.

El autor debió ser un personaje cristiano, y desde luego decidió que este edificio fuera su tumba. Existe una hipótesis que identifica este edificio como una iglesia de culto, si esta tesis se demostrase sería sino la primera una de las primeras iglesias cristianas de la Península Ibérica, construida entre el 383 y 366 después e Cristo.

(www.dearqueologia.com)

La basilica de Santa Maria de Batres, toma como modelo otros edificios palaciegos similares. 

Sus columnas de mármol de cuatro metros de altura fueron talladas en canteras de Turquía y Grecia. En la Alta Edad Media sufrió alguna remodelación y sirvió para el culto y para enterramientos. 

En la Baja Edad Media siguió utilizándose y pudo albergar un monasterio, con el tiempo sus restos sirvieron de ermita dedicada a Santa María, culto que se mantuvo hasta principios del siglo XX.

En la actualidad pueden contemplarse la planta, parte de la cabecera, y algunas de sus columnas.

(Wikipedia)

Fuente: http://iberiamagica.blogspot.com.es/2009/11/el-ninfeo-y-la-basilica-de-villa.html

La Batalla de Alarcos (y II)

Desarrollo de la batalla

...Obscurecióse el día con la polvareda y vapor de los que peleaban que parecía noche: Las Cabilas de voluntarios Alárabes, Algazaces y ballesteros acudieron con admirable constancia, y rodearon con su muchedumbre a los Cristianos y los envolvieron por todas partes. Senanid con sus Andaluces, Zanetes, Musamudes, Gomares y otros se adelantó al collado donde estaba Alfonso, y allí venció, rompió y deshizo sus tropas infinitas, que eran más de trescientos mil entre caballería y peones.

Allí fue muy sangrienta la pelea para los Cristianos, y en ellos hicieron horrible matanza. Había entre ellos diez mil caballeros de los armados de hierro como los primeros que habían acometido, que la flor de la caballería de Alfonso, y habían hecho su azala Cristianesca y jurado por sus cruces que no huiría de la pelea hasta que no quedase hombre a vida, y Dios quiso cumplir y verificar su promesa en favor de los suyos. 

Cuando la batalla andaba muy recia y trabada contra los infieles [Cristianos], viéndose ya perdido comenzaron a huir y acogerse al collado en que estaba Alfonso para valerse de su amparo, y encontraron allí a los Muslimes que entraban rompiendo y destrozando, y daban cabo de ellos. 


Entonces volvieron brida y tornaron sobre sus pasos, y huyeron desordenadamente hacia sus tierras y donde podían.Entraron por fuerza en la fortaleza los vencedores quemando sus puertas y matando á los que las defendían; apoderándose de cuanto allí había, y en campo de armas, riquezas, mantenimientos, provisiones, caballos y ganado, cautivaron muchas mujeres y niños, y mataron muchos enemigos que no se pudieron contar, pues su número cabal sólo Dios que los crió lo sabe. Halláronse en Alarca veinte mil cautivos, á los cuales dio libertad Amir Amuminin después de tenerlos en su poder, cosa que desagradó a los almohades y a los otros muslimes, y lo tuvieron todos por una de las extravagancias caballerescas de los Reyes.5

—De Historia de la Dominación de los Árabes en España, sacada de varios manuscritos y memorias Arábigas

Los cristianos disponían de dos regimientos de caballería: en primera línea estaba la caballería pesada (de unos 10.000 hombres) al mando de Don Diego López de Haro y sus tropas, seguida después de la segunda línea, donde se encontraba el propio Alfonso VIII con su caballería e infantería.

Por parte de las tropas almohades, en vanguardia se hallaban la milicia de voluntarios benimerinesalárabesalgazaces y ballesteros, que eran unidades básicas y muy maniobrables. Inmediatamente tras ellos estaban Abu Yahya ibn Abi Hafs (Abu Yahya) y los Henteta, la tropa de élite almohade. En los flancos, su caballería ligera equipada con arco y en la retaguardia el propio Al-Mansur con su guardia personal.

Ya'qub siguió los consejos del qā'id andalusí Abū 'abd Allāh ibn Sanadí y dividió su numeroso ejército, dejando que el ğund andaluz (soldados de las provincias militarizadas) y los cuerpos de voluntarios del ğihād sufrieran la embestida del ejército cristiano y que más adelante, aprovechando la superioridad aplastante del ejército almohade, el agotamiento y bochorno del ejército cristiano, atacaría con las tropas de refresco que mantenía en reserva, la guardia negra y los almohades.6

El califa le dio a su visir, Abu Yahya Ibn Abi Hafs, el mando de la poderosa vanguardia: en la primera línea de los voluntarios benimerín. A Abu Jalil Mahyu ibn Abi Bakr, con un gran cuerpo de arqueros y las cabilas zeneta; detrás de ellos, en la colina antes mencionada, Abu Yahya con el estandarte del califa y su guardia personal, de las cabilas Henteta; a la izquierda los árabes a las órdenes de Yarmun ibn Riyah, y a la derecha, las fuerzas de al-Ándalus mandadas por el popular qā'id ibn Sanadid.

El propio califa llevaba el mando de la retaguardia, que comprende las mejores fuerzas almohades (las comandadas por Yabir Ibn Yusuf, Abdel Qawi, Tayliyun, Mohammed ibn Munqafad y Abu Jazir Yajluf al Awrabi) y la fuerte guardia negra de los esclavos. Se trata de un formidable ejército, cuyos efectivos el rey Alfonso VIII había subestimado gravemente.

La carga cristiana no se hizo esperar, fue un tanto desordenada pero su impulso fue formidable. La primera carga fue rechazada por los zenetas y los benimerín, retrocedieron y volvieron a cargar para volver a ser rechazados. Sólo a la tercera carga consiguió la caballería cristiana romper la formación del centro de lavanguardia almohade, haciéndolos retroceder colina arriba, donde habían formado antes de la batalla, y causando numerosas bajas entre los benimerín (voluntarios), zenetas (que trataron de proteger al visir, Abu Yahya) y la élite Henteta donde se encontraba el visir, que cayó en combate. A pesar de la muerte del visir, el ejército almohade no vaciló y prosiguió con el ataque. La caballería cristiana maniobró hacia la izquierda para enfrentarse con las tropas de al-Ándalus al mando de ibn Sanadid.

Tres horas habían pasado ya desde el comienzo de la batalla, siendo en ese momento mediodía. El calor y la fatiga comenzaron a afectar a la caballería cristiana. Aun tras sufrir numerosas bajas, los musulmanes no tardaron en reagruparse, cerrando la salida a la caballería enemiga.

Estos, haciendo uso de su caballería ligera al mando de Yarmun, rebasaron a las tropas cristianas por los flancos y fueron atacados por la retaguardia, lo que, junto a la labor de los arqueros y a las maniobras de desgaste, acabó por cerrar el cerco. 

Fue entonces cuando Ya'qub decidió enviar el resto de sus tropas. El ejército castellano no estaba preparado para aquella nueva táctica y finalmente se vio en la necesidad de huir, sufriendo así una tremenda derrota. Diego López de Haro, por su parte, trató de abrirse paso a toda costa, teniendo finalmente que refugiarse en el inacabado castillo, que tras haber sido cercado por 5.000 hombres, tuvo que rendir.

En cuanto a Pedro Fernández "el Castellano", cuyas fuerzas apenas combatieron durante la batalla, fue enviado por el califa para negociar la rendición. A los pocos supervivientes, entre ellos López de Haro, se les permitió marchar y se retuvieron 12 caballeros como rehenes para el pago del rescate.7

 Entre los castellanos que murieron en la batalla se encontraban los obispos de ÁvilaSegovia y SigüenzaOrdoño García de Roda,Pedro Ruiz de Guzmán y Rodrigo Sánchez; así como los Maestres tanto de la Orden de SantiagoSancho Fernández de Lemus, como de la portuguesa Orden de ÉvoraGonçalo Viegas.

Las pérdidas también resultaron elevadas para los musulmanes. No sólo el visir, Abu Yahya, sino también Abi Bakr, comandante de los benimerín (voluntarios), perecieron en la batalla o como consecuencia de las heridas sufridas.

Vicente Silió escribe que «las tropas de Yasub eran tan superiores como para inducir al monarca cristiano a rehusar la pelea», pero se hallaba Alfonso VIII en la plenitud de su vida, con el vigor de sus cuarenta años y no pensó en ningún instante retroceder ante el enemigo. Prefería morir antes que contemplar la gran catástrofe que se avecinaba. Y a fe que si no hubiese sido por la intervención de algunos nobles que, muy en contra de su voluntad, le sacaron del campo de batalla, hubiera sucumbido.

Consecuencias de la batalla

Como consecuencia, los almohades se adueñaron de las tierras entonces controladas por la Orden de Calatrava y llegaron hasta las proximidades de Toledo, donde se refugiaron los combatientes cristianos que habían sobrevivido a la batalla.

Desestabilizó al Reino de Castilla durante años. Todas las fortalezas de la región cayeron en manos almohades:MalagónBenaventeCalatravaCaracuel, etc., y el camino hacia Toledo quedó despejado. Afortunadamente paraCastilla, Abu Yusuf volvió a Sevilla para restablecer sus numerosas bajas y tomó el título de al-Mansur Billah (el victorioso por Alá).

En los dos años siguientes a la batalla, las tropas de al-Mansur devastaron Extremadura, el valle del TajoLa Mancha y toda el área cercana a Toledo, marcharon contra MontánchezTrujilloPlasenciaTalaveraEscalona y Maqueda, pero fueron rechazadas por Pedro Fernández de Castro "el Castellano", que tras la batalla pasó a servir al rey Alfonso IX de León, quien le nombró su Mayordomo mayor.

Estas expediciones no aportaron más terreno para el Califato. Aunque su diplomacia obtuvo una alianza con el rey Alfonso IX de León (que estaba enfurecido con el rey castellano por no haberle esperado antes de la batalla de Alarcos) y la neutralidad de Navarra, ambos pactos temporales. Abū Yūsuf abandonó sus asuntos en al-Ándalus volviendo enfermo al norte de África, donde acabaría muriendo.

En un golpe de mano de los caballeros calatravos, sólo el castillo de Salvatierra, junto a Sierra Morena, pudo ser recuperado (1198) en los diecisiete años en los que la zona estuvo en poder almohade. Quedó como una posición aislada castellana en territorio almohade, hasta que fue tomado por éstos en 1211.

Sin embargo, las consecuencias de la batalla demostraron ser poco duraderas cuando el nuevo Califa Muhammed al-Nasir intentó frenar el nuevo avance hispánico sobre al-Ándalus. Se decidió todo en la batalla de Las Navas de Tolosa que marcó un punto de inflexión en la Reconquista y el Imperio almohade se derrumbó pocos años después.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Restauración del Convento de la Concepción Franciscana de Toledo

El convento de la Concepción Francisca se ubica al Norte del casco histórico de Toledo limitado al norte por la muralla de la ciudad y frontero con el desaparecido Miradero; el lado oeste del recinto es medianero con el alto paredón del Hospital de la Santa Cruz y la fachada sur da a la palaza con una pendiente que permite, bordeando los ábsides de la iglesia, bajar hasta el puente de Alcántara. 

El Convento fue fundado en el siglo XV por doña Beatriz de Silva y, tras muchas vicisitudes, encontró su ubicación definitiva -la actual- en lo que hasta entonces era el convento de los franciscanos, cuando estos se trasladaron a San Juan de los Reyes.

 Con la llegada de las Concepcionistas, el convento se transformó enormemente. Se reformó la iglesia, se construyó el claustro alto y el lugar tomó tintes renacentistas que se unieron a los góticos. La tercera actuación realizada por el Consorcio de la Ciudad de Toledo en el convento de la Concepción Franciscana ha tenido por objeto contemplar la obra de construcción de la cámara ventilada que separa la fachada del convento del escombro depositado en la plaza. 

La creación bajo esta plaza de un espacio accesible desde la calle, ha propiciado la generación de un espacio visitable que, sin interferir en el espacio privado de la vida conventual, permite un recorrido desde el subsuelo al exterior del convento, pasando al interior por un espacio habilitado que desemboca en un antiguo patio al pie de la torre mudéjar, que ha sido cubierto con un techo plano de vidrio.

Desde aquí se inicia un recorrido que culmina en un a espectacular cripta abovedada, cuyo uso originario parece ser el de servir de panteón, a juzgar por el conjunto de tumbas de lucillos superpuestos, modo de enterramiento de época mudéjar, caracterizado por tumbas de ladrillo cerradas con una cubierta también de ladrillo.




Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=Fx2xvLPPUhI

La Batalla de Alarcos (I)

Miniatura de tropas cristianas y musulmanas, s. XIII.

Fecha 19 de julio de 1195
Resultado Victoria almohade

Beligerantes


Comandantes


La batalla de Alarcos (en árabe: معركة الأرك ma'rakat al-Arak) fue una batalla librada junto al castillo de Alarcos (en árabe: al-Arak الأرك), situado en un cerro a cuyos pies corre el río Guadiana, cerca de Ciudad Real (España), el 19 de julio de 1195, entre las tropas cristianas de Alfonso VIII de Castilla y las almohades de Abū Ya'qūb Yūsuf al-Mansūr (Yusuf II), saldándose con la derrota para las tropas cristianas, la cual desestabilizó por completo al Reino de Castilla y frenó todo intento de reconquista hasta la batalla de Las Navas de Tolosa.

Campo de batalla de Alarco. A media distancia, el cerro donde las tropas de Yusuf II aposentaron el campamento del rey árabe

Antecedentes

En 1177, el monarca castellano Alfonso VIII conquistó Cuenca con ayuda de Aragón. Inquieto, el califa Abū Yūsuf Ya'qūb al-Mansūr pactó en 1190 un periodo de paz para frenar el avance castellano sobre Al-Ándalus.

Cuando expiraba el trato, recibió noticias de que habían surgido revueltas en sus posesiones del norte de África.

Alfonso VIIIhabía empezado a levantar en una elevación sobre el río Guadiana la ciudad de Alarcos, que no tenía terminada su muralla, ni aún asentados todos sus nuevos pobladores, cuando una expedición, dirigida por el belicoso arzobispo de Toledo, Martín López de Pisuerga, penetró en la taifa de Jaén y Córdoba y saqueó las cercanías de la capital almohade (Sevilla) en la Península.

Este desafío de la fuerza castellana enfureció sobremanera a Ya'qub, quien decidió mandar todas sus fuerzas disponibles para contener al monarca castellano. El historiador Vicente Silió (1892-1972) narra cuál fue el pretexto oficial para la invasión


En 1194, el rey Alfonso VIII cometió la imprudencia de retar a Yasub enviándole un mensaje en tono altanero, por el cual le retaba a que mandase sus tropas a batirse en España o le facilitase navíos para que los cristianos pudiesen embarcar y derrotarle en África. Hacía treinta y un años que Yasub gobernaba el Imperio almohade.

Contestó al de Castilla con unas breves líneas al dorso de su mensaje: «Estas son las palabras que ha pronunciado Alá, el Todopoderoso: Me lanzaré sobre ellos, les convertiré en polvo sirviéndome de ejércitos que no han visto nunca y de cuya fuerza no podrán librarse». Leyó a sus tribus el desafío de Alfonso y escuchó en respuesta un gran clamorío, exigiendo venganza. Con un poderoso ejército salió Yasub para Algeciras.

El 1 de junio de 1195, desembarcó sus tropas en la línea de costa entre Alcazarseguir y Tarifa con su ejército almohade.El emir almohade llegó hasta Sevilla, donde logró reunir un ejército de 300.000 hombres, entre caballería y peones, formado por todo tipo de mercenarios, tropas regulares, etc.

Alcanzó Córdoba el 30 de junio, donde se hallaban las tropas de Pedro Fernández de Castro "el Castellano", señor de la Casa de Castro y del Infantado de León, quien había roto sus vínculos de vasallaje con su primo el rey Alfonso VIII. Pedro Fernández de Castro era hijo de Fernando Rodríguez de Castro "el Castellano", señor de Trujillo, que, al igual que su hijo hacía ahora, había combatido en el pasado junto a los almohades.

El 4 de julio Abū Yūsuf partió de Córdoba cruzando Despeñaperros y avanzando sobre la explanada donde se alzaba elcastillo de Salvatierra, a los pies del de Calatrava. Un destacamento de la Orden de Calatrava, junto con algunos caballeros de fortalezas cercanas que intentaron dar con las fuerzas almohades, se toparon con ellas pero tuvieron la mala fortuna de encontrar un ejército muy superior al destacamento y fueron casi exterminados por completo.

Alfonso VIIIse alarmó tras lo acontecido y se apresuró a reunir todas las tropas posibles en Toledo y a marchar hacia Alarcos. El monarca castellano consiguió atraer la ayuda de los reyes de León, Navarra y Aragón, puesto que el poderío almohade amenazaba a todos por igual.

Esta ciudad fortaleza estaba aún en construcción y era el extremo de las posesiones de Castilla formando frontera con al-Ándalus. 


Era determinante impedir el acceso al fértil valle del Tajo y, por darse prisa en presentar batalla, no esperó los refuerzos de Alfonso IX de León ni los de Sancho VII de Navarra que estaban de camino. El 16 de julio el gran ejército almohade fue avistado y era tan numeroso que no llegaron a saber cuántos hombres lo formaban.

Aun así e imprudentemente, Alfonso VIII decidió presentar batalla al día siguiente de llegar finalmente las tropas a los alrededores de Alarcos (el 17 de julio). Tal vez por confiar en la fuerza de la caballería pesada castellana, en vez de retirarse a Talavera donde habían llegado las tropas leonesas y que les separaban tan sólo unos pocos días de distancia.

 Abū Yūsuf no aceptó dar batalla ese día (el 18 de julio), prefiriendo esperar el resto de sus fuerzas. Al día siguiente, la madrugada del 19 de julio el ejército almohade formó alrededor de la colina "La cabeza" y a dos tiros de flecha de Alarcos como citan las fuentes árabes.

Fuente: Wikipedia

martes, 28 de octubre de 2014

Los Intentos de Ruptura del Frente sur del Tajo, Mayo de 1937 ( y III): Consecuencias

Consecuencias de los intentos de Ruptura del Frente sur del Tajo

La operación de ampliación de la cabeza de puente de San Martín fue el mayor de los combates acaecidos en el Frente Sur del Tajo a lo largo de toda la guerra.

Llegó a involucrar a más de 17000 soldados de ambos bandos, por no contar la aviación y los tanques, y causó un número de bajas difícil de determinar pero elevado sin lugar a dudas.

Recientes estudios cifran las bajas totales en más de 4000, un millar de ellas mortales (Ruiz 2004: 364), teniéndose que tomar estos datos con reservas. Habría que sumar un número indeterminado de prisioneros y pasados en ambos bandos, en cualquier caso no demasiado elevado; así como las pérdidas y captura de material militar.

Sin embargo, pese a lo elevado de las cifras, el combate no fue, en absoluto, decisivo. Los franquistas reconocían, ya el día 9 de mayo, antes de la fase de desgaste del combate que más bajas causaría, que los objetivos pretendidos no se habían alcanzado por completo (Martínez 1981:102).

El objetivo principal, alejar la línea del frente de la capital toledana para evitar el tiro directo de la artillería contraria, no se había logrado. Una cuña de territorio republicano, el área de La Sisla, llegaba aún hasta la misma orilla del Tajo con la zona urbana de Toledo (Casa del Diamantista) a escasos metros.

 Sin embargo, ante el contraata-que del Ejército Popular, se dan órdenes de no abandonar las nuevas posiciones de poco o ningún valor bajo ningún concepto, y asumiendo el coste que sea necesario para su preservación.

Por su parte, las fuerzas republicanas, pese a restablecer parcialmente la situación inicial, partieron de un error de base: Yagüe nunca había pretendido una ruptura del frente más allá de una simple rectificación de líneas. Las bajas (así como la pérdida de los preciosos blindados soviéticos) harían que el precio de la contraofensiva fuese exagerado.

El contraataque republicano tampoco alcanzó el éxito deseado, y la frustración de Líster al no poder proseguir con las operaciones por la carestía de munición es prueba de que sus planes habían que-dado a medio gas.

¿Por qué ese empecinamiento de ambos bandos en seguir alimentando la lucha asumiendo cuantiosas bajas si ya desde un estadio temprano se atisbaba que los resultados no iban a ser favorables?

El combate de la cabeza de puente de San Martín puede entenderse como la lucha de dos egos: el de Yagüe, quien no se podía arriesgar a una derrota en una operación concebida y manda-da por sí mismo en un frente secundario; y el de Líster, quien quería dar una lección de disciplina a las tropas de Uribarri (y, en consecuencia, a Prieto, rival político de los comunistas cuyo prestigio re-presentaba Líster en el campo de batalla).

Pese a que el líder comunista estaba teóricamente subor-dinado a Mena, quien dirigía la operación, su auto-nomía fue amplia, como se deduce tanto de su relato de los combates y su acción política poste-rior en la zona como del hecho de que las órdenes de Mena fuesen desoídas en ocasiones. En el ban-do enfrentado, Yagüe admite que la operación no tiene éxito cuando ya ha desencadenado los acon-tecimientos, cuando sus tropas ya están ocupando la línea conquistada, mientras que éstas han cum-plido escrupulosamente con la Orden de Operacio-nes emitida desde su mismo Estado Mayor.

Es en ese momento cuando vuelve a plantear a Saliquet que el ataque hubiese sido totalmente satisfactorio si no se le hubiese privado de fuerzas y restringido su ofensiva a una sola cabeza de puente.

 ¿Esperaba Yagüe que, ante los hechos consuma-dos, Saliquet le dejase carta blanca para retomar sus planes iniciales?

Y si no, ¿no se habría podido ver desde los gabinetes militares que la operación no iba a alcanzar los objetivos deseados sin poner a las tropas sobre el terreno, sin poner en juego sus vidas y sin asumir el coste de la operación?

Cuando llegue la contraofensiva republi-cana, la actitud de Yagüe en el Sur del Tajo dejará traslucir lo que se repetiría más tarde en Brunete, Teruel o el Ebro a una escala mucho mayor: los franquistas no estaban dispuestos a perder un solo kilómetro cuadrado de su territorio a manos de un enemigo al que despreciaban. El valor estratégico no importaba, el coste en vidas humanas tampoco. Era una cuestión de un pervertido sentido del honor, profundamente enraizado su mentalidad legionaria y africanista.

Una vez concluidos los combates, la 11ª División acometió una profunda labor política en los pueblos afectados por el desgobierno de Uribarri, reprimiendo a muchos de sus oficiales (Ruiz 2004: 482 491).

El destino del antiguo guardia civil sería por el contrario bastante diferente. Para evitar el choque con Líster, huyó de inmediato a Valencia, donde, lejos de ser castigado, se valió del patrocinio de Indalecio Prieto para ser nombrado jefe del SIM. También correrían peor suerte las tropas de primera línea de su brigada, que, tras el fin de los combates, serían concentradas en Orgaz, donde tuvieron que elegir entre ingresar voluntariamente en las unidades del temido Frente de Madrid o ser procesadas por abandono de sus puestos, delito que podría acabar con el fusila-miento.

Una de las principales consecuencias de la acción, o, mejor dicho, de lo poco concluyente que ésta resultó, fue que posteriormente se retoma-rían los proyectos por ampliar las cabezas de puen-te en dos ocasiones. Al contrario que en el caso de la operación de San Martín, éstas últimas serían operaciones de poco calado y en las que no entrarían en juego contingentes comparables de tropas.

Fuente: http://www.academia.edu/1423981/Arqueolog%C3%ADa_de_la_Guerra_Civil_en_Toledo._El_frente_Sur_del_Tajo_y_el_cigarral_de_Menores_un_escenario_de_guerra
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