jueves, 5 de diciembre de 2013

Francisco de Rojas Zorrilla

Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 4 de octubre de 1607 - Madrid, 23 de enero de 1648) fue un dramaturgo español de la escuela de Calderón.

Fue el mayor de los seis hijos del alférez Francisco Pérez de Rojas, antaño escribano en Murcia (y oficio por lo general reservado a cristianos nuevos), y de doña Mariana de Besga y Zorrilla, naturales ambos de Toledo.

Estudió en esta ciudad y en Salamanca y residió en Madrid, adonde se trasladó con su familia cuando sólo tenía tres años. Aprendió a leer con Pedro Díaz Morente, paisano suyo y célebre calígrafo. En 1631 colaboró con un soneto en el Anfiteatro de Felipe el Grande, un volumen en honor de Felipe IV en el que participaron 89 poetas. Fue uno de los mayores seguidores de la escuela dramática establecida en torno a Pedro Calderón de la Barca y amistó con los escritores Antonio Coello, Juan Pérez de Montalbán, Luis Vélez de Guevara y el mismo Pedro Calderón de la Barca; con ellos realizó algunas comedias de varios ingenios.

El 23 de febrero de 1633, con la representación en el Pardo de su comedia Persiles y Sigismunda, compuesta sobre la novela homónima de Miguel de Cervantes, comenzó a destacar entre los dramaturgos áureos, y desde entonces resultó imprescindible para dar lustre a las fiestas y diversiones reales, pues entre 1635 y 1636 se representaron ante Felipe IV y Doña Isabel de Borbón más de 12 obras en que intervino como escritor. En 1637 adornó los festejos para honrar la estancia en Madrid de María de Borbón, esposa del Príncipe de Saboya, y la coronación de Fernando III, cuñado del Rey, como Emperador; en ambas ocasiones se representaron en Palacio sus obras Donde hay agravios no hay celos, 



El más impropio verdugo y El robo de las Sabinas. En 1637 y 1638 actuó como mantenedor en el vejamen final de las fiestas en honor de la princesa de Charignan y de la duquesa de Chevreuse, y acaso de este vejamen salió el motivo por el cual fue apuñalado alevosamente en 1638. Durante su convalecencia escribió la atractiva comedia Don Lucas del Cigarral o Entre bobos anda el juego, comedias de figurón, que tiene su precedente en El Narciso en su opinión (1615), deGuillén de Castro. El 4 de febrero de 1640 se estrenó para inaugurar el Coliseo del Buen Retiro su comedia Los bandos de Verona, inspirada en la misma fuente que Romeo y Julieta de Shakespeare y Castelvines y Monteses de Lope de Vega, el novelista Mateo Bandello.

Ese mismo año casó con Catalina Yáñez Trillo de Mendoza. De ella tuvo un hijo, Antonio Juan de Rojas, que fue oidor en la Audiencia de México. También tuvo una hija natural de una cómica, María de Escobedo, que estaba casada. El actor Juan Bezón, que la crio y dio su apellido, era hermano bastardo de Francisco de Rojas. Esta hija será luego una famosa actriz, Francisca Bezón, «la Bezona». En 1641 dejó de escribir comedias y se pasó a los autos sacramentales, porque se pagaban mejor (trescientos o cuatrocientos reales las comedias, mil quinientos cada auto).

En 1643 el rey le concedió el hábito de Santiago. Como hubo problemas por su origen judío con la primera información de don Fernando Peralta y del quisquilloso doctor Álamo, se hizo una segunda, de la que fue informante su amigo, el gran poeta Francisco de Quevedo. En los últimos años de su vida estrenó hasta once autos sacramentales.

Su última obra fue el auto La gran fiesta de palacio, para el Corpus de 1647. Al prohibirse las representaciones teatrales como duelo por las muertes de la reina en 1644 y del heredero príncipe Baltasar Carlos (1646), la pluma de Rojas Zorrilla cesó y le sorprendió prematuramente la muerte el 23 de enero de 1648, cuando contaba cuarenta años.

En la edición de Entre bobos anda el juego publicada por Lingua Ediciones en 2007, se presenta a Francisco de Rojas Zorrilla como hijo de un militar toledano de origen judío. El licenciado Francisco Francés de Úbeda denunció en 1645 el origen toledano de la familia y su descendencia de un morisco carpintero que vivió en Toledo; también parece ser que algunos parientes suyos habían sido quemados por la Inquisición española y su sambenito permanecía colgado en iglesias toledanas.

Publicó Rojas dos Partes de su teatro; en la primera (1640), se hallan las comedias No hay amigo para amigo, No hay ser padre siendo rey, Donde hay agravios no hay celos, Casarse por vengarse, Obligados y ofendidos, Persiles y Sigismunda, Peligrar en los remedios, Los celos de Rodamonte, Santa Isabel, reina de Portugal, La traición busca castigo, El profeta falso Mahoma, Progne y Filomena. En la segunda, (1645) Lo que son las mujeres, Los bandos de Verona, Entre bobos anda el juego, Sin honra no hay amistad, Nuestra Señora de Atocha, Abre el ojo, Los trabajos de Tobías, Los encantos de Medea, Los tres blasones de España,

Los áspides de Cleopatra y El más impropio verdugo. En otras colecciones o sueltas se publicaron Del rey abajo ninguno, El Caín de Cataluña, Cada cual lo que le toca, El médico de su amor, Morir pensando matar, Murmuraciones de aldea, Numancia destruidaetcétera. En el siglo XIX hizo una edición de casi todo su teatro Ramón Mesonero Romanos para la Biblioteca de Autores Españolesde Rivadeneyra, y en el siglo XX son notables las ediciones de Raymond R. MacCurdy y de Felipe Pedraza.

En total se conservan de su mano una sesentena de piezas, que la Universidad de Castilla-La Mancha pretende editar en conjunto. Son 44 obras de autoría segura; otras 13, escritas en colaboración: un total de 57 obras que con toda certeza le pertenecen; por otra parte, hay unos diez textos más que presentan problemas de atribución y autoría, incluido alguno tan famoso como Del rey abajo ninguno; además escribió siete autos sacramentales y dos entremeses.

A pesar de su temprana desaparición, el número de obras que compuso fue bastante elevado, y además de las dudas sobre la autoría de algunas de ellas, hay también otras que no han llegado hasta nosotros. Entre las obras en colaboración, gozaron justa fama las comedias El monstruo de la fortuna, de Rojas, Calderón y Juan Pérez de Montalbán; La más hidalga hermosura, de Rojas, Calderón y Juan de Zabaleta, y El catalán Serrallonga, de Rojas, Coello y Vélez de Guevara.

La temática de estas comedias es varia:

Mitológicas, como Progne y Filomena o Los Encantos de Medea;
Dramas de honor, donde destacan Cada cual lo que le toca, Del rey abajo ninguno, también conocida como García del Castañar o El labrador más honrado, El Caín de Cataluña, El más impropio verdugo, Los áspides de Cleopatra, Morir pensando matar;



De costumbres, como Donde hay agravios no hay celos, Obligados y ofendidos, donde se ofrecen estampas de la vida estudiantil;Lo que son las mujeres, Abre el ojo, Primero es la honra que el gusto, etcétera;
Autos sacramentales: Galán, valiente y discreto, La viña de Nabot y El gran patio de Palacio;
Comedias de santos: Santa Isabel, reina de Portugal y La vida en el ataúd;
De figurón, como en Entre bobos anda el juego o Don Lucas del Cigarral.

Las aportaciones de Rojas al teatro clásico español son varias. Poseedor de una profunda vis cómica, patente en desternillantes comedias como Abre el ojo, creó un nuevo subgénero teatral, la comedia de figurón, con Entre bobos anda el juego o Don Lucas del Cigarral, donde se inicia el tema del viejo que intenta casarse con una dama mucho más joven que él que tanto juego dará, por ejemplo, a Leandro Fernández de Moratín más de siglo y medio después; los neoclásicos posteriores apreciaron este género barroco por encontrarlo muy parecido a la francesa comedia de carácter, propicia para finos psicólogos. Se trata de una pieza en torno a un personaje con algún rasgo de personalidad exagerado que le hace ridículo y contra el cual todos los demás personajes conspiran.

Puede ser, por ejemplo, un afeminado, algún personaje demasiado orgulloso de su alcurnia o un viejo que pretende casarse y revivir imposibles juventudes, que es el caso característico de la comedia que ejemplifica este subgénero en el teatro de Rojas, Entre bobos anda el juego o Don Lucas del cigarral. Por otra parte, y como ha señalado Américo Castro, abrió nuevos senderos al drama de honor al ofrecer por primera vez en el teatro español libertad de acción a la mujer permitiéndole ser vengadora por sí misma de su honor mancillado, y no a través de familiares cercanos. Con eso la cuestión de la venganza se humaniza y se hace menos abstracta que en Calderón. Por ejemplo, en Cada cual lo que le toca presenta a la mujer como vengadora de su deshonra cuando mata al ofensor, y si bien el marido no podía perdonar una vez conocida la falta, Rojas osó hacerlo y el público, no acostumbrado a esos desenlaces, rechazó la obra.

Del rey abajo, ninguno, o García del Castañar expone cómo el protagonista confunde con el rey a quien ha mancillado su honor marital, decide matar a su mujer y detiene su venganza hasta que se da cuenta de que en realidad ha sido un noble quien le ha engañado. El Caín de Cataluña escenifica el tema de la competencia y celos entre hermanos escenificando los hechos que dieron lugar al fratricidio contra Ramón Berenguer, hijo del Conde de Barcelona.

Si bien uno de los motivos de celos es el de la primogenitura, Berenguer, hijo segundo del Conde, no envidia tanto la posición privilegiada de su hermano Ramón como el cariño que cree no recibir. Estos rasgos psicológicos, y la serie de locuras con las que el personaje manifiesta su desazón al principio de la obra recuerdan al Hamlet deWilliam Shakespeare. Por otra parte, otra tragedia famosa, Morir pensando matar, trata la historia de Rosmunda, reina de los lombardos.

También escribió Rojas Zorrilla numerosos autos sacramentales, que imitan al gran maestro del género, Calderón, sin lograr sobrepasarle, si bien son interesantes Galán, valiente y discreto, La viña de Nabot y El gran patio de Palacio. Sólo hizo dos comedias de santos: Santa Isabel, reina de Portugal y La vida en el ataúd, todo lo cual indica una cierta indiferencia del autor hacia los temas religiosos

Otras obras que conocieron cierto éxito fueron Donde hay agravios no hay celos; El mejor amigo, el muerto; Persiles y Sigismunda (oHallarse para perderse), inspirada en la novela bizantina del mismo título de Cervantes; Casarse por vengarse; Los bandos de Verona;Los celos de Rodamonte; Numancia destruida; Murmuraciones de aldea; Los áspides de Cleopatra; El robo de las sabinas y Lo que son las mujeres.

La recepción escénica de Rojas fue muy afortunada, salvo en el siglo XIX y XX. Durante el siglo XVIII, y sólo en Madrid, Donde hay agravios no hay celos fue la más representada, al menos en 117 montajes, seguida de El monstruo de la fortuna (84), Los áspides de Cleopara (47), La más hidalga hermosura (47), Del rey abajo ninguno (44), El Caín de Cataluña (42), Entre bobos anda el juego (42) etcétera. En total, de sus obras se realizaron 654 montajes, sólo en Madrid, y sin contar que varias obras estuvieron varios días en cartel.

En general, las obras de Rojas parecían más modernas que las de otros ingenios. Bernardo de Iriarte, quien, a petición del ministro Conde de Aranda tuvo que leerse seiscientas comedias de teatro clásico para encontrar las más arregladas a la poética y compostura dieciochesca, tras salvar veintiún obras de Calderón y once de Agustín Moreto, Rojas Zorrilla fue el tercero con las siete comedias Abre el ojo, Entre bobos anda el juego, Casarse por vengarse, Sin honra no hay amistad, Lo que son mujeres, No hay amigo para amigo y Donde hay agravios no hay celos.



En el siglo XIX aparecen obras de Rojas en los repertorios de Antonio Vico y Ricardo Calvo: García del Castañar y Entre bobos, además de Los bandos de Verona y Amo y criado, pero están más de moda los títulos de Calderón y Lope de Vega. Se hizo, eso sí, una zarzuela con música de Amadeo Vives, Don Lucas del Cigarral, fruto de la colaboración entre Tomás Luceño y Carlos Fernández Shaw, estrenada en 1899, que no fue repuesta. Valls Volart, con libreto de Ballester, hizo también una refundición zarzuelística deEntre bobos, de la que no se sabe más.

Ya en el siglo XX, se estrenó la comedia lírica Lances de amo y criado, con música del maestro Rafael Calleja, adaptación de la comedía en cuatro actos Amo y criado de Tomás Luceño), refundición de la pieza de Rojas Donde hay agravios no hay celos, también conocida como El amo criado o Agravios y celos. José García Nieto adaptó el texto de Entre bobos en 1951 con éxito. En 1966 se vuelve a estrenar

Entre bobos, que parece la obra predilecta del autor en el siglo XX (se representó también en 1981, 1991 y 1998). En 1978 Adolfo Marsillach resucitó Abre el ojo para la Centro Dramático Nacional, dirigida por Fernando Fernán Gómez, en versión de Caballero Bonald, y fue un éxito. Ya se ha visto que históricamente también lo fue, y que contentó incluso a los descontentadizos neoclásicos. Don Diego de Noche y Obligados y ofendidos se han estrenado también en el último cuarto del siglo.

Como poeta lírico se han conservado solamente obras de circunstancias; un corpus de 10 poemas de autoría segura y uno más, satírico, atribuido por el portugués Suppico de Moraes.

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