domingo, 17 de noviembre de 2013

Historia del Corpus Christi de Toledo


Esta fiesta surgió en la Edad Media, cuando en 1208 la religiosa Juliana de Cornillon promueve la idea de celebrar una festividad en honor al cuerpo y la sangre de Cristo presente en la Eucaristía.

Así, se celebra por primera vez en 1246 en la Diócesis de Lieja (Bélgica).

En el año 1263, mientras un sacerdote celebraba la misa en la iglesia de la localidad de Bolsena (Italia), al romper la hostia consagrada brotó sangre, según la tradición.1 La Ciencia ha tratado de explicar este suceso atribuyéndolo a la probable presencia en el pan del pigmento rojo prodigiosina segregado por la bacteria Serratia marcescens.2 Este hecho, muy difundido y celebrado, dio un impulso definitivo al establecimiento como fiesta litúrgica del Corpus Christi.



Fue instituida el 8 de septiembre de 1264 por el papa Urbano IV, mediante la bula Transiturus hoc mundo. A Santo Tomás de Aquino se le encarga preparar los textos para el Oficio y Misa propia del día, que incluye himnos y secuencias, como Pange Lingua (y su parte final Tantum Ergo), Lauda Sion, Panis angelicus,Adoro te devote o Verbum Supernum Prodiens.

En el Concilio de Vienne de 1311, Clemente V dará las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los templos e incluso indicará el lugar que deberán ocupar las autoridades que quisieran añadirse al desfile.

En el año 1316, Juan XXII introduce la Octava con exposición del Santísimo Sacramento. Pero el gran espaldarazo vendrá dado por el papa Nicolás V, cuando en la festividad del Corpus Christi del año 1447, sale procesionalmente con la Hostia Santa por las calles de Roma.

En muchos lugares es una fiesta de especial relevancia. En España existe el dicho popular: Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión, lo que da idea del arraigo de esta fiesta.

Las celebraciones del Corpus suelen incluir una procesión en la que el mismo Cuerpo de Cristo se exhibe en una custodia

La primera noticia que se tiene en Toledo de la festividad del Corpus Christi se remonta a 1342, cuando se habla de la cera que se repartió a los clérigos de la catedral para la fiesta del Señor, pero sin saber exactamente en qué consistió tal celebración.

Habrá que esperar al año 1418 para conocer por primera vez de la procesión eucarística por las calles toledanas.

A la solemne procesión, que se puede seguir desde las sillas habilitadas en las calles, se añade la posibilidad de visitar los patios de las casas señoriales y palacios, que se abren al público en la festividad del Corpus, además de otros actos y espectáculos.

En este día, la famosa Custodia -elaborada porEnrique de Arfe, de ahí su nombre- se saca en procesión por las estrechas y empinadas calles de la ciudad. La mezcla de olores a tomillo, flores y romero es el aroma que sumerge y evoca a todo el que está allí, a tiempos remotos. Para todo toledano, este momento tiene un sentimiento especial, puesto que es el Cuerpo de Cristo sacramentado el que pasea por nuestras calles, cobijado en una auténtica obra de arte de orfebrería del siglo XVI, y que únicamente puede verse una vez al año.

Este acontecimiento fue declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional el 25 de enero del año 1965, lo que le convierte en la fiesta más importante y más antigua de la ciudad de Toledo. Se trata de la Semana Grande de Toledo.

Como he dicho anteriormente, para esta fiesta, Toledo engalana especialmente sus calles para la procesión de la Custodia, que va acompañada de distintas cofradías, gremios, capítulos y órdenes de caballeros.

Las calles de Toledo se engalanan para recibir a la Custodia de Arfe. (Foto: Alejandra Rodríguez Campos)



Tras la celebración de la Santa Misa en rito mozárabe en la Catedral Primada, tiene lugar el desfile procesional –en torno a las once–, momento en que todas las campanas de la ciudad empiezan a tocar, resultando un estallido unísono, repetitivo y escalofriante. 

A continuación, hacen su aparición cinco gigantes que representan los cinco continentes del planeta, para dar paso a la salida de la Custodia, seguida del cortejo de Hermandades, Cofradías y Capítulos con sus correspondientes estandartes y seguidos de sus fieles.

Hasta hace unos años, junto a los gigantes salía la popular tarasca, un monstruo que llevaba sobre su lomo una figura femenina a la que se llama Ana Bolena. Hoy día, la tarasca original no aparece en el acto debido a su lamentable estado de conservación. Sin embargo, sí lo hace una fiel reproducción realizada por elAyuntamiento de Toledo.

Para esta jornada la ciudad viste sus mejores galas, tardando un mes en colocar los adornos y los "toldos", en realidad palio para la custodia, a lo largo de todo el recorrido procesional. Se considera buen augurio que los toldos se mojen con la lluvia en este tiempo. Se instalan unos efímeros arcos de triunfo de verdes ramas. También se adornan los patios toledanos, verdaderos tesoros ocultos, que se pueden visitar durante unos cuantos días, mientras dura el concurso que decide cual es el más bonito.

La fiesta popular empieza la víspera, cuando cada toledano comprueba personalmente si todo está preparado y si los demás están haciendo lo mismo. Cientos de sillas desvencijadas reservan el sitio para la colocación de los asientos apropiados que se alquilan con antelación para ver la procesión en primera fila.

Por la tarde un alegre pasacalles con gigantes, cabezudos y la tradicional Tarasca recorre el trayecto marcado, al son de la música. Esa misma noche lo hace también oficialmente la corporación muncipal acompañada por el pertiguero, cuya función era asegurarse que ningún toldo u ornamento impidiera el paso de la custodia, con sus casi cuatro metros de altura.

EL DIA GRANDE

El gran día, de los balcones en la plaza de Zocodover, penden ricas telas bordadas de los reposteros o colgaduras con escudos y motivos eucarísticos. El suelo está tapizado con hierbas aromáticas y desde por la mañana se cuelgan de los muros de la Catedral los enormes tapices flamencos de los siglos XVI y XVII, en lo que será el primer y el último tramo de la procesión. Vuelven los gigantes y cabezudos al son de la orquesta.

A las once de la mañana, tras la solemne misa pontifical, la comitiva procesional empieza a salir del templo por a Puerta Llana. En la calle ya espera el piquete a caballo de la Guardia Civil en uniforme de gala y los timbaleros municipales, también ecuestres, para iniciar la marcha hacia el transepto sur. Detrás del pertiguero es llevada la histórica cruz procesional del cardenal Carrillo con la manga del cardenal Cisneros.

Los más de treinta grupos participantes llevan sus trajes representativos y portan los correspondientes pendones y guíones, respetando el orden marcado por el protocolo del cortejo.



Detrás del histórico Gremio de Hortelanos van las cofradías y hermandades de menor antiguedad, niñas y niños de Primera Comunión, asociaciones cristianas y Capítulos.

Como religiosos caminan primero los seminaristas, seguidos de las órdenes religiosas, el clero secular, teniendo la Cofradía de la Santa Caridad, fundada tras la conquista de Toledo en 1085, el privilegio de ir directamente delante la cruz del cardenal Mendoza y de los capellanes de la Catedral que preceden la salida de la Custodia.

Momento este anunciado por disparos de morteros.

La sigue el Arzobispo Primado con su séquito y el Obispo Auxiliar y luego las representaciones oficiales de las distintas administraciones e instituciones públicas y militares. 

Hay una parada de carácter litúrgico en la Plaza de Zocodover, anunciada también por los cohetes, al igual que la entrada de la Custodia a la Catedral.

El recorrido procesional empieza y acaba en la Catedral, pasando por las calles Sixto Ramón Parro, Comercio, la Plaza de Zocodover, Sillería, Alfileritos, la Plaza de San Vicente, Alfonso X el sabio, Alfonso XII, la Plaza del Salvador y la calle Trinidad.


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